Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

395 estilo son maneras en que Hispanoamérica está en el mundo. Estas maneras de estar en el mundo no son inofensivas, porque la eman- cipación ha dado lugar a un largo baño de sangre, ha roto, al menos retóricamente, con la vestidura sagrada del poder humano que era la monarquía. Su libertad tendrá sentido si logra un uso y si ese uso se hermosea como un estilo. Habiendo revisado la libertad y el imperio en Bello, se ha visto que aquél pensaba el acontecer al modo de una pseudoépica. “Pseudo”, porque Bello sabía que la épica pertenecía a otro tiempo, un tiempo remoto, y que, a partir de los desacuerdos de Heródoto con Home- ro, era la historia, como género, la voz cantante y no la épica. 413 Esa pseudoépica comenzaba con la libertad de Eneas y se volvía rigidez imperial en Roma; posteriormente, había recuperado la libertad con las empresas de descubrimiento y conquista en América, pero otra vez el carácter imperial se cristalizaba. Después, la libertad volvía a resurgir con las guerras de independencia, pero esta vez no solo sus cruentos excesos obligaban de nuevo a recuperar la noción de impe- rio, bajo la luz de la Ilustración, y cifrar ese imperio no en el mero orden y la fuerza, sino que en bienes adquiridos que tuviesen natu- raleza propiamente americana. Se buscaba así conservar la libertad colectiva recientemente adquirida. Para eso, Bello entendió que la 413 Aunque, como se ha visto, Bello se refiere en buenos términos al poeta Olmedo, los hermanos Amunátegui, en tanto fieles discípulos muy ceñidos al maestro, ex- plican que Olmedo escribió una aduladora composición al caudillo general Flo- res, en donde sostiene que la cordillera de Los Andes debía inclinarse a la vista de Flores. Los Amunátegui reaccionaron escandalizados, haciendo notar que Olme- do había recibido su castigo. En efecto, el general Flores, que por su parte pecaba de poeta, escribió: “¡Qué vida tan feliz, Omero mío!”, aclarando al pie de página que se trataba de Olmedo, considerado por el general Flores un Homero suyo (sin H, a fin de homenajearlo), en tanto él mismo era Aquiles. Ver Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , pp. 15 y ss). Por otra parte, en “Memoria sobre la primera Escuadra Nacional”, artículo publicado en El Araucano, número 845 , del 30 de octubre, en Bello (Vol. XXIII, pp. 181 y ss). Bello alaba la forma de escribir historia, pero se detiene precisamente en aquella independencia que el género histórico logra respecto de la poesía: “El señor García Reyes —dice Bello— hubie- ra podido sin mucho esfuerzo animar sus cuadros, imitando, por ejemplo, a Tito Livio, que adornó los descarnados materiales de las antiguas tradiciones romanas con pintorescas particularidades en que no tiene otro fiador que su imaginación. El autor de la memoria ha comprendido el carácter austero de la historia moder- na, que se ha separado completamente de la poesía en todo lo que concierne a los hechos. Su narración no es más individual de lo que le permiten los testimonios que compulsa; y es a un mismo tiempo animada y escrupulosamente verídica”. En Bello (Vol. XXIII, p. 183 ).

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