Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

394 Nunca más bella iluminó la aurora de los montes el ápice eminente ni el aura suspiró más blandamente, ni más rica esmaltó los campos Flora. 410 Pero la “civilización” no podía ni debía ser una copia de la civilización europea; debía ser propiamente americana, sacar de las entrañas de esa tierra su manera peculiar de ser. Esto proponía Bello con ocasión de la polémica acerca de los modos de escribir y estudiar la historia. Bello insistía en recabar los antecedentes que harían luego posible una historia filosófica: Nuestra civilización será también juzgada por sus obras; y si se la ve copiar servilmente a la europea aun en lo que ésta no tiene de aplicable, ¿cuál será el juicio que formará de nosotros, un Michelet, un Guizot? Dirán: la América no ha sacudido aún sus cadenas; se arrastra sobre nuestras huellas con los ojos vendados; no respira en sus obras un pensamiento propio, nada original, nada caracte- rístico; remeda las formas de nuestra filosofía, y no se apropia de su espíritu. Su civilización es una planta exótica que no ha chupado todavía sus jugos a la tierra que la sostiene. 411 En tanto, libertad e imperio se harán compatibles porque “lo que la produjo [la libertad] y sostuvo —escribe Bello— fue el deseo inheren- te a toda gran sociedad de administrar sus propios intereses y de no recibir leyes de otra: deseo que, en las circunstancias de la América, había llegado a ser una necesidad imperiosa”. 412 El uso y después el 410 “A una artista”, vv. 1 - 4 , en Bello (Vol. I, p. 34 ). 411 “Modo de estudiar la historia (segundo artículo)”, en Bello (Vol. XXIII, p. 252 ). Este artículo fue publicado en El Araucano, número 913 , el 4 de febrero de 1848 . 412 “Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV”, en Bello (Vol. XXIII, p. 455 ). Rafael Caldera comenta que Bello “disolvió la contradicción aparente”, común a muchos textos, que no sabía si la Independencia había sido un proceso autóctono o bien el resultado del influjo de las revoluciones. Un ideal autóctono, la Independencia, se ayuda con el otro, un ideal afuerino. Caldera ( 1964 , p. 210 ). “Los sucesos de la península, anun- ciando la disolución de la monarquía —escribe Bello (y cita Caldera)—, obligaron a los pueblos americanos a pensar en sí mismos”, ibid ., p. 212 .

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