Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

387 la voluntad y a sus objetos bajo la luz de la legalidad; desincentivaba de esta manera el, por decirlo así, voluntarismo político, que había sido, según él, tan perjudicial para la estrategia americana. 398 El imperio de Bello quedó superado por la vocación universal de la llamada civilización. Él intentó “aprovecharse” de ella. Hablaba así —con esta metáfora del pillaje— a fin de evitarse problemas con los emancipadores enemigos de la dominación europea, ese “partido americano”. Evitaba hablar de aprendizaje, pero pronto fue moderan- do las implicancias de esta prédica y propendió a la independencia fi- losófica de América. 399 Lo cierto es que muchas de sus traducciones o imitaciones, muchas de las citas que hizo, están un poco fundadas en esta conciencia del territorio y de los bienes culturales a ambos lados del Atlántico. A propósito de su traducción de “La ardilla, el dogo y el zorro” de Florian, los Amunátegui parecen hacer recordar a los lec- tores las siguientes palabras del clásico francés: “En poesía, como en la guerra, lo que un autor toma a sus compatriotas es un robo, pero lo que arrebata a los estranjeros es una conquista […] Bello —añaden—, que seguramente no acepta tal principio, ha reconocido la deuda”. 400 • Bello cada vez creyó menos en replicar un imperio efectivo. Como he dicho, las guerras entre las nuevas repúblicas acabaron por defrau- darlo. A propósito de la —ya citada— “Memoria histórico-crítica de 398 La teoría del acto jurídico en el Código Civil es un buen ejemplo, aunque en el Derecho Privado, de los elementos que debían concurrir para que los actos de voluntad no fuesen calificados de viciosos o sus pretensiones sucumbiesen por ignorancia de tales requisitos. Si bien no en profundidad, el error, la fuerza y el dolo fueron tratadas por Bello en los artículos 1453 y siguientes del Código Civil , en Bello (Vol. XV, pp. 391 y ss). 399 Por ejemplo, a propósito de la misma Memoria de Jacinto Chacón, hace la si- guiente afirmación: “Es una especie de fatalidad la que subyuga las naciones que empiezan a las que las han precedido. Grecia avasalló a Roma; Grecia y Roma a los pueblos modernos de Europa, cuando en ésta se restauraron las letras; y no- sotros somos ahora arrastrados más allá de lo justo por la influencia de la Europa, a quien, al mismo tiempo que nos aprovechamos de sus luces, debiéramos imitar en la independencia del pensamiento”. “Modo de estudiar la historia (segundo ar- tículo)”, en Bello (Vol. XXIII, p. 250 ). Este artículo fue publicado en El Araucano, número 913 , el 4 de febrero de 1848 . 400 Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , p. 222 ).

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