Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

385 la esperanza media de vida al nacer era de 28 , 5 años. 394 A mediados del siglo XIX la expectativa va en aumento, los resultados se hacen cada vez más palpables y la civilización gana adeptos. “Mi salud —es- cribe desde Europa Carlos Bello a su padre— sigue más o menos, lo mismo que en Chile, alternativas muy fastidiosas. Dentro de pocos días, pienso consultar a un médico especial para los nervios, y dejar- me de otro que no ha producido efectos con sus remedios homeopáti- cos ” 395 [la cursiva es mía]. Con el despegue de las guerras de emancipación en Hispanoamé- rica, Bello queda montado sobre un monstruo transatlántico que lo lleva de Caracas a Londres. Bello no es comido por el monstruo, no es devorado por “el tiempo de las angustias”. Este lo abandona a su suerte. La reacción de Bolívar tendiente a retener a Bello es un últi- mo intento de ese monstruo por no desvincularse, pero tanto Bello como el monstruo ya están cansados. En tal sentido, el paso de Bello a Chile tiene algo de retiro, de jubilación anticipada, de salirse de los episodios centrales históricos que se dan en las riberas del océano Atlántico. Es un retiro a un océano sin historia (por el momento), o sin tanta (al menos): el Pacífico. Pero pronto las guerras nacionales, que primero fueron contra el imperio, se darán entre los despojos del Imperio Español, entre esas nuevas unidades nacionales, y, por supuesto, se dará en el océano Pacífico. Y Bello verá resurgir de las aguas al monstruo que creía lejano. Es notable que en su vejez haya visto con malos ojos al siglo XIX, ese siglo de emancipaciones, surgimiento de nacionalismos, imperios que caen y otros que emergen. La búsqueda de la unidad que Bello promovía fue derivando en una especie de hermandad hispanoameri- cana, y luego simplemente latinoamericana, que consistía básicamen- te en discursos bilaterales. Se confundió con la leyenda de la América bolivariana, con ciertos populismos. Heinrich Heine dirá en su Diario de viaje que el poeta tiene su corazón en el centro del mundo y que el mundo está destrozado, 394 Ibid ., p. 209 . 395 Carta desde París, fechada el 14 de febrero de 1847 . Epistolario II, en Bello (Vol. XXVI, p. 150 ).

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