Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
383 a quienes desenmascararon los hermanos Amunátegui. 389 Eran épicas falsas, si es que pueda haber cosa tal como una “épica verdadera”, una poesía de la guerra, después del desprestigio que le asestó la poesía trágica a la épica siglos antes de Cristo. Y es que, como dirá Bello “la de El Repertorio Americano , en octubre de 1826 , Bello explica: “Mas concebida así la materia, presentaba un grave inconveniente, porque, constando de dos suce- sos, era difícil reducirla a la unidad de sujeto, que exigen con más o menos rigor todas las producciones poéticas. El medio de que se valió el señor Olmedo para vencer esta dificultad, es ingenioso. Todo pasa en Junín, todo está enlazado con esta primera función, todo forma en realidad parte de ella. Mediante la aparición y profecía del inca Huaina Cápac, Ayacucho se trasporta a Junín, y las dos jorna- das se eslabonan en una. Este plan se trazó a nuestro parecer con mucho juicio y tino. La batalla de Junín sola, como hemos observado, no era la libertad del Perú. La batalla de Ayacucho; pero en ella no mandó personalmente el general Bolívar. Ninguna de las dos por sí sola proporcionaba presentar dignamente la figura del héroe: en Junín no le hubiéramos visto todo; en Ayacucho le hubiéramos visto a demasiada distancia. Era, pues, indispensable acercar estos dos puntos e identifi- carlos; y el poeta ha sabido sacar de esta necesidad misma grandes bellezas, pues la parte más espléndida y animada de su canto es incontestablemente la aparición del inca. Algunos han acusado este incidente de importuno, porque, preocupados por el título, no han concebido el verdadero plan de la obra. Lo que se introduce como incidente, es en realidad una de las partes más esenciales de la compo- sición, y quizá la más esencial. Es característico de la poesía lírica no caminar directamente a su objeto. Todo en ella debe parecer efecto de una inspiración instantánea: el poeta obedece a los impulsos del numen que le agita sin la menor apariencia de designio, y frecuentemente le vemos abandonar una senda y tomar otra, llamado de objetos que arrastran irresistiblemente su atención [...] Nada hallamos, pues, de reprensible en el plan del Canto a Bolívar; pero no sabemos si hubiera sido conveniente reducir las dimensiones de este bello edificio a menor escala, porque no es natural a los movimientos vehementes del alma, que solos autorizan las libertades de la oda, el durar largo tiempo”. “Noticia de la victoria de Junín. Canto a Bolívar. Por José Joaquín Olmedo”, en Bello (Vol. IX., pp. 227 - 9 ). Las opiniones de Bello y su hijo Carlos sobre el poeta Olmedo eran muy positi- vas. Carlos Bello Boyland escribe a Andrés Bello sobre Olmedo, desde Panamá, el 22 de abril de 1846 : “[...] En Paita, único puerto en que tocó el vapor por dos horas, tuve el gusto de conocer al señor Olmedo, está muy anciano, y tiene un aire y unas maneras que demuestran una excesiva cortedad, que al leer el Canto a Bolívar , no era de presumir en su autor. Me habló con sumo afecto de V. y me dijo que había pocos días que le escribió. Está para regresar a Guayaquil”. Epistolario II, en Bello (Vol. XXVI, p. 125 ). Las visiones del épico Olmedo se hicieron cada vez menos optimistas, más trágicas políticamente hablando; de un cristianismo conservador. Desde Guayaquil, en carta fechada el 31 de enero de 1847 , José Joa- quín Olmedo escribe a Andrés Bello “es incompleta, imperfecta la redención del género humano, y poco digno de un Dios infinitamente misericordioso”. En Bello (Vol. XXVI, p. 149 ). 389 Ver Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , pp. 15 y ss). Por ejemplo, el mismo Olmedo tendrá menos llegada con los Amunátegui. Estos dirán sobre la poesía de Olmedo que: “La circunstancia de ser el fruto del estudio, i no de la espontaneidad, hace que el tono de los versos de este autor sea altisonante, algo hueco, [...] el instrumento adaptado a su canto es la trompa”. Decían sobre el poe- ta José Joaquín de Olmedo: “Olmedo es lo que se llama un poeta verdaderamente clásico. Tiene más habilidad que inspiracion, mas ciencia que pasion. Es gober- nado, no por el arrebato poético, sino por el cálculo de los efectos que pueden producir ciertos procedimientos”.
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