Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

379 de los usos generales y constantes tenía por fin aprehender las fórmu- las propicias a la estabilidad, condición de posibilidad —creía él— del florecimiento americano. Pero el personaje “hispanoamericano” cayó en descrédito: “Esta imagen negativa del hispanoamericano es la versión moderna de la leyenda negra española”, 382 decía Alfonso López Martin. Se trata, en suma, de “la ciudad letrada”. La ciudad letrada americana está atra- pada en una tragedia cultural. Con las independencias, esa ciudad no sabe cómo ser. Es decir, para emanciparse del imperio no debiera se- guir comportándose según sus directrices; sin embargo, como nece- sita consolidarse, se debe seguir comportando como una ciudad del imperio, pero no del Imperio Español, sino de un imperio que resulta de lo que ha dejado el Imperio Español cuando ha desaparecido. Ne- cesita, en consecuencia, ser una ciudad “culta”. la ciudad culta Escribe Ángel Rama que: Aunque aisladas dentro de la inmensidad espacial y cultural, ajena y hostil, a las ciudades competía dominar y civilizar un contorno, lo que se llamó primero ‘evangelizar’ y después ‘educar’. Aunque el primer verbo fue conjugado por el espíritu religioso y el segundo por el laico y agnóstico, se trataba del mismo esfuerzo de transcul- turación a partir de la lección europea. 383 Muchas descripciones de esta índole —que tienen algo de acusación— olvidan mencionar que este tipo de ciudad, con toda su influencia, su atipicidad paisajística en América, se daba en un ambiente precisa- mente colonial. Y si por guisa de filólogos nos acordamos que la ciudad alemana de Köln, Colonia, es la madre de estas ciudades, recordamos conservaría, en aquellas bellas colonias que iban á escapársele, la soberanía y grandísimas ventajas”. 382 López ( 1982 , p. 46 ). 383 Rama ( 2004 , pp. 25 - 6 ).

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