Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

378 americanos que llamaron tanto la atención y despertaron admiración en las páginas de Alexander von Humboldt. ¿En qué sentido las independencias de las colonias de España en América pusieron en una crisis decisiva la alianza entre la Europa católica y el absolutismo monárquico? La Iglesia terminó por admitir las nuevas repúblicas, pero esta trama comenzó mucho antes. Como ya he dicho, en la Europa posterior a la Paz deWestfalia se acentuaron las diferencias entre la Europa católica y absolutista, por una parte, y aquella protestante, por la otra, que quedó abierta a distintas alternativas políticas. Así, por ejemplo, los holandeses y la Inglaterra posterior a su revolución gloriosa. 380 Con la emancipación de las colonias inglesas y españolas se pudie- ron poner en práctica utopías republicanas europeas que, cuando las hubo antes, fueron muy excepcionales. Mucho del discurso reaccio- nario europeo señalaba la desmesura de los experimentos america- nos. Bello estaba muy al tanto de estas críticas transatlánticas, y de alguna manera participó de ellas. 381 Su búsqueda gramática y jurídica 380 Elliott ( 2010 , p. 146 ). 381 Intentando justificar las ya dichas “veleidades” monárquicas de Bello, Pedro Lira Urquieta ( 1948 , pp. 112 y ss) recuerda varios episodios europeos y americanos que exhiben la fuerza transversal de la monarquía. Hubo una llamada “intriga monárquica” entre Argentina y Chile, en la que participaron Irisarri, Rivadavia y Gómez, ministros argentinos. Incluía a O’Higgins. Tenía por propósito quizás reconocer a Chile como una monarquía. La carta de Irisarri a O’Higgins muestra la prepotencia con que Irisarri manejaba este asunto, solicitándole “con tono li- geramente insolente” […] “Como si fuese él el gobernante de Chile” […] “Porque nadie sabe lo que ha de reconocer [...]. Es necesario franqueza, y no contentarse con que las cosas rueden por sí solas”, escribe Irisarri. Lira Urquieta comenta la distinción sui generis de Inglaterra comparada con los austriacos y franceses de la Santa Alianza que ahogaban la libertad en Italia y España, respectivamente. “Pero se trataba de un liberalismo sui generis, con monarca y lores torie a la ca- beza, con sistema de sufragio muy restringido y fuertemente asegurado”, escribe. Wellington fue “siempre contrario a la causa de la emancipación americana, y consideraba el régimen republicano como una locura colectiva”, recuerda. Así, los desastres de España y la incapacidad de Fernando VII, hizo pensar al entorno de Luis XVIII en colocar príncipes franceses Borbones en todos los virreinatos hispanoamericanos. De esta manera se quería ceder en lo que respectaba a la decadencia del Imperio Español, por una parte, y garantizar por la otra gobier- nos seguros para América, monarquías constitucionales presididas por la Casa de Borbón. Al mismo tiempo, Villanueva ( 1912 , pp. 177 - 8 ) escribirá que “La cancille- ría francesa, mal informada sobre el verdadero estado de las colonias, creía, para estos días [inmediatamente después del Congreso de Verona], que con «un poco de cuidado, de razón y de habilidad», podrían establecerse en ellas varias gran- des monarquías gobernadas por príncipes de la Casa de Borbón. Por este medio, decían las instrucciones, se combatiría el creciente sistema republicano, y España

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=