Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

360 Pero incluso sin esas colonias, gran Bretaña supo posicionarse, de suerte tal que Simón Bolívar pudo presumir con algún desparpajo en una de sus cartas más conocidas: “La Europa nos es favorable, la In- glaterra está decidida ciegamente por nosotros. Todo nos anuncia in- dependencia y triunfo. No haga usted caso de lo que se diga, porque nada puede cambiar la faz de la América queriéndolo Dios, Londres y nosotros”. 345 La “Soberana del Universo” estaba de su lado. La lucha de Bello navegaba entre tensiones innegables. Estaba siempre intentando armonizar a los “obstinados” —cerrados a la civi- lización— con aquellos jóvenes que se abrían a ella, sin el cedazo que Bello hubiese estimado necesario en virtud de su espíritu aduanero. En esta pugna, el problema del imperio parecía no ser lo principal y, cuando lo era, aparecía bajo la negatividad de una intentona española —siempre burda— por recuperar los dominios perdidos. 346 civilizar es codificar Por otra parte, el Código Civil de Bello tuvo por réplicas una serie de espejos en Latinoamérica. Podría decirse que provocó una suerte de Viena y la Santa Alianza la posicionó en un antes impensado sitial de impar- cialidad universal que tenía fuertes implicancias morales, especialmente en lo que refiere a su compromiso económico —y no solo ético— en pos de acabar con el tráfico de esclavos. En 1839 , Bello desde el Senado comentaba la Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores la cual proponía un tratado con Gran Bretaña que tenía por finalidad acatar en los mares el tráfico de esclavos dando derecho a las partes a inspeccionar, juzgar y condenar a los navíos mercantes que trafi- casen. Se trataba, dirá Bello de “un objeto tan interesante a la humanidad, [que está] de acuerdo con los principios liberales y filantrópicos que relativamente a la esclavitud ha proclamado esta República”. “Tráfico de esclavos. Tratado entre Chile y la Gran Bretaña”, en Bello (Vol. XX, p. 41 ). En 1841 , en una Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores, Bello insistía al Congreso en la aprobación de dicho tratado para “la abolición del detestable tráfico de esclavos”. “Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores presenta al Congreso Nacional”, en Bello, (Vol. XIX, p. 493 ). De más está decir que estas memorias fueron escritas por el mismo Bello en su calidad de oficial del ministe- rio respectivo, memorias que él contestaba desde el Senado. Con este compromi- so filantrópico, Gran Bretaña ganaba una merecida fama. 345 Carta de Simón Bolívar a Tomás de Heres, 28 de abril de 1823 . 346 La puesta al día de la civilización americana requería educación, se pensaba en los mejores casos. La educación requería profesores, y estos eran escasos y no muy competentes. Bello concluyó que había que formar una elite que instruyera al resto. Esta elite docente (y hay que repetirlo: ¡ docente !), en cierto sentido, será la de unos gramócratas.

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