Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
36 Ángel Gallo y Joaquín Edwards Bello, contra la chilenización de Bello, hicieron ver que a él y a su familia no se les prodigó una alta consideración de buenas a primeras: Fue durante muchos años objeto de odio y de execración, blanco de invectivas, víctima inocente de la ignorancia estólida. El filósofo y el maestro era apostrofado con los epítetos de extranjero y de hereje. Su esposa y sus hijos eran apostrofados con los mismos ul- trajantes motes. El aula estuvo desierta de alumnos. El sueldo no se le pagaba puntualmente. 44 “Caracas [escribió el civilista Pedro Lira Urquieta] ostenta el más alto abolengo de haber visto nacer a Miranda, a Bolívar, a Bello, al precur- sor, al libertador y al educador”. 45 Y en esto es exacto, porque los vio “nacer”. Tanto Miranda como Bolívar se desplegaron históricamente mucho antes que Bello, cuando todavía este era un completo descono- cido. Su papel tuvo que venir más tarde, cuando la guerra se dio por vencida, temporalmente. Mientras el “superhombre de la tierra cara- queña” que era Francisco de Miranda, 46 se convirtió en un personaje europeo, del brazo de Catalina “la grande” y de Napoleón, Bello en la gran sociedad europea, no fue más que un don nadie que tuvo que volver a buscar la gloria en casa. Tan americano como chileno, el personaje de Bello puede ser consi- derado además una alegoría transatlántica. Su viaje de Caracas a Lon- dres comenzará como una urgencia geopolítica, devendrá en solitarios estudios y trabajos mal remunerados, hambre, humillaciones, muertes en su casa pobre; terminará casi fugándose del campo gravitacional de Bolívar. Al pasar a Chile, querrá transformarlo en su propia Weimar de la vejez, donde se ocupará de tantos ítems temporales y espiritua- les con esa fineza de ventrílocuo que no supo tener en el Paraguay un 44 Gallo citado por Scarpa ( 1970 , p. 6 ). 45 Lira Urquieta ( 1948 , p. 7 ). 46 Edwards Bello ( 1970 , p. 24 ); y agrega que su mano “tiembla” al escribir sobre Miranda, a quien describe como “muy criollo, muy español, con algo de Quijote, de Don Juan y de Gil Blas”, ibid., p. 23 .
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