Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

357 legislación enteramente propia, americana en la substancia y hasta en el idioma, no corte de raíz el hilo que nos tiene atados a la ju- risprudencia ibérica, y con ella a la vetusta de Roma, excesivamente incoherente y antagonista con los nuevos principios introducidos con la civilización moderna”. Con todo, Sarmiento precavía respecto de la recepción de “los prin- cipios de los pueblos que están a la vanguardia del progreso”, apun- tando: “Lo que nos asusta es que los abrazáramos sin comprenderlos, para deshonrarlos en seguida”. 334 contra otros imperios Al astuto y leído Bello no se le ocultaba que la civilización podía quedar ligada a imperios, por así decirlo, “advenedizos” (recuérde- se que en el siglo XIX el imperialismo europeo llegará a ocupar más de tres cuartas partes de la superficie terrestre), y era precisamente esta alianza de intereses la que él veía con preocupación y por la que personajes como Sarmiento parecían abanderizarse. Y cuando deci- mos “advenedizos” nos referimos a Inglaterra, que era, como se sabe, “la pérfida Albión”, la isla rebelde a Roma, separada de la catolicidad universal y de todo lo romano por “ le rempart de ses mers ”, como dijo Bossuet. Bello lo piensa y cita el verso 66 de la primera égloga de Vir- gilio: “ et penitus toto divisos orbe Britannos ” . 335 Inglaterra, desde temprano había desconocido las donaciones de las Bulas Alejandrinas. Por eso, desde temprano también, Gran Bretaña 334 Citado en Guzmán Brito ( 1982 , pp. 274 - 5 ). 335 Se trata de la apartada Inglaterra, tan apartada como Chile, que será el destino de Bello (la cita se hace en ese contexto). En el primer tomo de su Estudio de la Historia , Arnold J. Toynbee recuerda este verso y se refiere a ella como “al- ter orbis”, que se ha aislado “unilateralmente” del viejo mundo para vincularse creativamente al nuevo de sus posesiones ultramarinas. Ver Toynbee ( 1976 , pp. 39 - 40 ). Sin embargo, ese plano nacional de análisis no lo convence. Para Toynbee “los capítulos decisivos de la historia inglesa”, en que ella más parece influir a Europa y no al revés, son el gobierno parlamentario, a partir del último cuarto del siglo XVII, y la industralización, a partir del último cuarto del siglo XVIII, y no la reforma protestante ni la expansión ultramarina, ibid. , pp. 40 - 2 ; mas ni aun estos dos momentos son solitariamente ingleses. Ambos responden a situaciones mundiales, ibid. , pp. 43 - 4 .

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