Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
355 una restitución Durante la década del 20 del siglo XIX, con Bello aún en Inglaterra, la Santa Alianza, ya como Quíntuple, amenaza con restaurar el Imperio Español en América. Bello —que en su primer decenio en la isla había llegado a simpatizar con la causa monárquica— contempla a los ene- migos de la civilización convertidos en los grandes aliados de un im- perio cadavérico. Este parece ser el momento de la decepción absolu- ta. La civilización no podía estar más lejana a su querido imperio. Solo le quedará, por consuelo, el “imperio”, así, con minúscula. La Santa Alianza, en tanto, decaerá y Bello podrá sacar cuentas alegres. 330 Lue- go, ya en Chile, verá que los anhelos revolucionarios de libertad irán madurando y haciéndose compatibles con el orden europeo, lo que significará restar poder a la Europa tributaria de la Santa Alianza. 331 Recordemos al “hombre salvaje” de Harztwald —al cual ya me he referido—, noticiado por Bello en las páginas de El Repertorio Ame- ricano , sobre el cual conjetura que “debe haberse extraviado en su infancia”. La noticia cuenta que el hombre salvaje fue llevado a Praga, “pero no se ha logrado civilizarle”. Se trata de un asunto importantí- simo. Bello ve con angustia que su mundo de la infancia se extravíe, se quede en la naturaleza americana, y ya después no exista forma de “civilizarle”. Escribe esta noticia en Londres, recordando con nostal- gia la Caracas de su infancia, y observa que ya el mundo civilizado va por otro derrotero. 330 Ya en “Revolución de julio 1830 , en París”, artículo publicado en El Arauca- no, número 11 , de noviembre de 1830 , Bello analiza un equilibrio geopolítico que impida el retorno de la Santa Alianza: “¿Resucitará pues la Santa Alianza, y creerá llegado el casus foederis en la insurrección que depuesto a Carlos X? Para responder a esta pregunta, no tanto debemos atender a la letra de los tra- tados, como a las intenciones con que se fraguaron, y sobre todo al interés más o menos grande que estas cuatro potencias [Rusia, Inglaterra, Austria y Prusia] puedan tener en su ejecución. De todas ellas la opresora de Italia es la que está verdaderamente amenazada, y la que va a tocar la alarma. Pero nos parece du- doso que en los otros miembros de la liga haya igual inclinación a entrar en una contienda, preñada de peligros, y de que no tienen adquisiciones territoriales que prometerse, sin perjudicarse una a otra”. “Revolución de julio 1830 , en Pa- rís”, en Bello (Vol. XXIII, pp. 99 - 100 ). 331 “En vista de todo, no nos parece que se deba dar crédito a los pronósticos de una guerra continental en Europa, ni desesperamos de que las cámaras legislativas de la Francia, ilustradas por la experiencia, procedan con un espíritu de circunspec- ción y templanza que imponga respeto y desarme a los enemigos de la revolu- ción”, ibid ., p. 101 .
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