Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

33 por su falta de economía generalizada. 35 En rigurosa teoría, hasta en la mismísima “década triunfal” 36 de su vida, a Bello debió de conside- rársele un hombre pobre, si nos atenemos a su definición de “pobre”, estipulada al pasar por el número 7 del artículo 514 de su Código Civil : “los pobres [son los] que están precisados a vivir de su trabajo per- sonal diario”. Bello es uno de los cultores del trabajo riguroso, como la escritora romántica Madame de Staël cuyas lecciones de homo fa- ber traduce en páginas de El Araucano . 37 Es más, el trabajo “burgués” mantiene a Bello sin vacaciones. Cuando por fin se decide a tenerlas, resultan en un ocio comedido y precario; 38 recomienda la austeridad a sus familiares, pero no escatima en eso que los ignorantes llaman “bienes culturales”. 39 La familia Bello es una de burgueses atípicos, 35 Prats Bello ( 1971 , pp. 222 - 3 ). 36 Según Iván Jaksic la de 1840 - 1850 , por ser la del gran momento de Bello en Chile. Ver Jaksic ( 2001 , pp. 225 y ss). 37 Dice la traducción que Bello hacía de Madame de Staël: “La educación que se hace entreteniendo al niño, disipa el pensamiento: el trabajo es uno de los gran- des secretos de la naturaleza: el entendimiento debe acostumbrarse a los es- fuerzos del estudio, como el corazón al dolor”. Ver “Educación”, El Araucano , 13 de agosto de 1831 . 38 Bello es de placeres humildes. Sus vacaciones son casi frugales. En una carta a Juan María Gutiérrez, avecindado por entonces en Valparaíso, carta que está fechada en Santiago, a 9 de enero de 1846 [Bello era entonces senador y rector, además de funcionario de Hacienda y Relaciones Exteriores], pide: “ […] Ahora voy a tomar con V. una confianza a que me alienta su bondad. Pienso en ir a Valparaíso con toda mi familia, para residir ahí solamente 15 días. Buscar casa y nombrarla por tan poco tiempo sería sumamente embarazoso. Me ha ocurrido la idea de ir a una fonda, respetable, y para decidirme quería formar alguna idea del costo. Necesitamos una pieza con dos camas; otra con tres; otras dos para niños y criadas; supliendo nosotros los colchones que falten, con la ropa de cama necesaria, en estas dos piezas. Almuerzo, comida y té; todo en mesa se- parada. ¿Pudiera V. informarse de lo que cargarían por esto? Se trata de 15 días a los menos, pero que ciertamente no pasarían de veinte; y se puede hacer el contrato por día, que sería lo mejor para evitar disputas. Sé que esto me costará mucho más; pero me dará mucho menos embarazo, que el proporcionarme una casa capaz con los muebles, ajuar de cocina, servidumbre y atenciones diarias y minucias que requiere una numerosa familia; y todo eso en un pueblo que conozco poco y en que no tengo conexiones. ¿Me perdonará V. esta confianza? Creo conocerle bastante para prometérmelo. Mande V. a su apasionado amigo y servidos. A. Bello ”. Epistolario II, en Bello (Vol. XXVI, pp. 115 - 6 ). 39 Así, escribe a su hijo Carlos Bello Boyland, quien se encontraba con su fami- lia en París, recomendándole austeridad: “[…] Sé que el artículo de alojamiento es bastante caro en París, y no extraño las dificultades que a este respecto has experimentado. Supongo que tendrás bastante juicio para vivir modestamente y que no te dejarás deslumbrar por el lujo que suelen ostentar los chilenos en esa seductora corte. Lo que sí me parece bien es que no sacrifiques a una mal enten-

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