Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
317 Luis Felipe, se dejaría atrás esta fase restauracionista. Según vemos de la inspección de su biblioteca, seguiría de cerca los acontecimientos franceses registrados en el libro de Lamartine sobre la Revolución francesa de 1848 (publicado el 49 ). Las cartas de Carlos Bello desde Francia por ese mismo entonces lo corroboran. La creación de las nuevas repúblicas hispanoamericanas, dirá Bello en El Araucano , ya en julio de 1836 , “ocupó la atención de todos los gabinetes y los cálcu- los de todos los pensadores”. 266 el orden a través del uso Bello ve que la posibilidad cierta de consolidar a las nuevas repúbli- cas, de subirlas al catálogo de los estados, no era cosa de un día para otro. La forma de ser de las naciones no conocía un superestado que las ordenase y sancionase nuevas membresías del club. Esa gradual incorporación vendría por la vía de los usos internacionales. 267 Inclui- das por el uso, las repúblicas participarían de una comunidad de na- ciones que se entienden según el derecho natural. En ese sentido, al momento de referirme a los dos ordenamientos gramáticos derogados por Bello —el latino y el lógico—, dije que él había propuesto no centrarse en analogías entre lenguas, sino tratar sobre toda la extensión de la Francia. A los tiranos más detestables, agobiados con la execración pública, acumulada en muchos años de opresión y de crímenes, no ha podido muchas veces arrancárseles el centro sino después de una larga y sangrien- ta lucha. Todo lo contrario hemos visto ahora. [...] Otras veces la caída de los reyes ha sido acarreada por grandes calamidades nacionales, que se han atribuido con justicia o sin ella al gobierno. Pero en Francia todo prosperaba: la nación presentaba un espectáculo de extraordinaria magnificencia: todos los pueblos pagaban tributo a su elegante industria: sus naves surcaban todos los mares: su pabellón, casi émulo del británico, era conocido y respetado en los ángulos más remotos del orbe. Bajo ninguno de los gobiernos que habían precedido a la restauración de los Borbones, los principios de libertad habían sido mejor entendidos, ni más respetados. Para que nada faltase, la administración de Polignac acababa de dar a los fastos militares de la Francia uno de sus más señalados triunfos. Y sin embargo, la bandera blanca que tremolaba con tanta gloria en los muros de Argel, fue hollada en París, y el pabellón tricolor intimó otra vez el destierro a los Borbones”. “Revolución de julio de 1830 , en París”, en Bello (Vol. XXIII, pp. 97 - 8 ). 266 “Repúblicas hispanoamericanas”, en Bello (Vol. X, p. 421 ). 267 En su biografía de Andrés Bello, Miguel Luis Amunátegui cuenta que las nuevas ediciones del Principios de Derecho de Gentes o Internacional se enriquecían con las “reglas positivas sancionadas por la conducta de los pueblos cultos i los go- biernos poderosos”. Miguel Luis Amunátegui ( 1882 , p. 356 ).
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