Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

285 del pensamiento mitológico. Llega a ser un tanto inocente, pero está en sintonía con la confianza europea en el papel corrector del mundo que jugarían los textos normativos. dignificar el castellano Ahora bien, un latinista orgulloso e impositivo habría sostenido que, para mantener aquella unidad de la lengua, habría que preservar la lengua corrigiendo sus desvaríos ciñéndose a la lógica, que en muchos casos no era otra que la del latín. Visto así, solo había que latinizar el castellano en Hispanoamérica. Ciertamente, aquel pensamiento no era el de Bello. 190 Como pensador analógico y, al mismo tiempo, inte- rruptor de la mera analogía, postuló una fórmula distinta, la que con- sistió en dignificar al castellano, siendo capaz de encontrarle su propia lógica, sin constreñirla a la del latín. En este plan, Bello llegó a decir que había que descubrir la lógica de cada lengua particular, como si fuese la única lengua existente. Precisamente, por las insistencias de Bello, para 1836 se abrió una cátedra de gramática castellana distinta a la de latín en el Instituto Nacional. 191 Había que desechar la visión de estas lenguas descendientes del latín en términos de meros reduc- tos superficiales. Bello bajará al descubrimiento de la legalidad de la 190 En efecto, Bello intenta independizar al castellano como sea; deshijarlo del latín de forma definitiva. Por ejemplo, a propósito de las declinaciones en castellano y en latín, en la “Nota VI. Declinación” de su Gramática escribe: “Donde más claro se ve el prestigio falaz de las reminiscencias latinas es en la declinación que suele darse de los nombres declinables castellanos. ¿Qué es lo quiere decirse cuando se asignan seis casos al sustantivo flor: nominativo la flor, genitivo de la flor, dativo a o para la flor, acusativo la flor, a la flor, vocativo flor, ablativo con, de, en, por, sin, sobre la flor? Yo no sé lo que quiera decirse; pero sí sé lo que esto supone; y es que en los nombres castellanos han de encontrarse, a despecho de la lengua, igual número de casos y de la misma especie que en los nombres latinos. [...] Yo a lo menos no acierto a columbrar otra lógica en la mente de los que así han latinizado nuestra lengua, en vez de explicarla por sus hechos, sus formas, sus accidentes peculiares. [...] Se ha repetido por hombres doctos que en nuestros dialectos romances las preposiciones hacen las veces de las desinencias de la de- clinación latina, pero hay en esto alguna exageración. Las relaciones del nombre con otros nombres o con otras palabras se significan en latín por medio de casos o por medio de complementos; en los dialectos romances sucede lo mismo; la diferencia consiste en que casi todos los nombres latinos tienen casos, y en los dialectos romances solamente unos pocos; los complementos son frecuentísimos en latín como en las lenguas romances”. Gramática , en Bello (Vol. IV, pp. 369 - 71 ). 191 Lira Urquieta ( 1948 , p. 148 ).

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=