Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

276 Pero como hoi no hai uso común y constante, porque coexisten diversas maneras de escribir, y necesitamos adoptar una ortografía cualquiera, he creído que para librarnos de un golpe de los errores que á cada paso cometemos en la eleccion de las letras; para escu- sarse la mayoría de los americanos de aprender latín, andar años enteros atisbando la manera como están escritas en los libros las palabras, debemos consultar el modo constante que hai en América de pronunciarlas, realizando de una vez la acertada indicacion de Nebrija: que cada letra tenga su distinto sonido y que cada sonido ten- ga su distinta letra [en letras gigantes en el original]. 171 Esta, por supuesto, era una flagrante exageración. De haber desapa- recido el uso, tal como insistía Sarmiento, la babelización para ese entonces hubiese sido total. Pero lo cierto es que como persistían aquellos usos, y peligraba su comunidad y constancia, es que era ne- cesario reforzarlo. Este reforzamiento, por supuesto, pasaba por cier- ta insinceridad de la lengua, de tal forma que todos los usos disímiles en Hispanoamérica tendieran a converger y no a divergir. La comisión formada en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile para evaluar la Memoria de Sarmiento reaccionó diciendo que, de aplicarse su reforma, cada uno escribiría tan mal como se escuchase a sí mismo, por lo que era preciso ate- nerse al uso común y constante. Sarmiento replicó en El Progreso el 21 de febrero de 1844 : “Cuando se llama, pues, a la pronunciación principio , no se entiende en manera ninguna que cada lugareño, cada ceceoso [...] se forme una ortografía que represente su manera de hablar, sino para que los escritores, los literatos, las academias de la lengua y otras corporaciones científicas, formulen la ortografía que ha de servir para pintar las palabras”. Ciertos periódicos estuvieron aplicando la nueva ortografía que fue llamada “chilena”, pero rápida- mente cayó en desuso. 172 Esta aclaración de Sarmiento más pareció un ejercicio estratégico de automoderación, considerando que era una corporación académica la llamada, por él, a estudiar su propia 171 Ibid., pp. I-II. 172 Alfón ( 2008 , p. 72 ).

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