Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

273 motivos tales como la expansión de España hacia los confines de la Tierra y con ello también de la lengua española. Aldrete había habla- do de la unidad, “reconoci[endo] la variedad dialectal entre las dos porciones” y además “había sentado la relación” entre ambas; la cual está dada entonces por la centralidad de Toledo en el romance y por la reciente ampliación geográfica. Por lo tanto, la versión america- na se trataría de: ( 1 ) una variación periférica del español; ( 2 ) que se identifica con sus regionalismos propios; y ( 3 ) que es la menos pres- tigiosa de las modalidades de la lengua. Guitarte dice que todavía en Andrés Bello podemos hallar esta ne- cesidad imperiosa de estudiar el idioma mediante la gramática, pues esta lengua, al ni siquiera hablarse como se debería en Toledo, menos podía decirse —según este argumento— que se hablase correctamen- te en América; y, por tanto, mucho menos alegar que el estudio fuese superfluo. Así también, Guitarte colecciona una serie de otros ejem- plos que muestran cómo los americanos inclinaban la cabeza ante la lengua castellana peninsular. Ejemplos como el de Bello, que en “La agricultura de la zona tórri- da” llama “patata” a la “papa”; o Rubén Darío, quien a fines del siglo XIX llama “santiagués” al santiaguino, por no haber encontrado ese gentilicio en el diccionario. Pero había también muchos casos en los cuales los americanos eran reconocidos por hablar “muy bien” el es- pañol, como el que refiere el doctor Juan de Cárdenas, quien identifi- ca un hablar pulido, natural y no artificial; o bien Bernardo de Balbue- na, que sostenía que en Ciudad de México se hablaba un español “más puro y con mayor cortesanía”. 162 Como bien interpreta Guitarte, toda esta seguidilla de alabanzas dicen relación con el hecho de que ese español de los americanos es parecido al de Toledo; no es que se valore en él su diferencia, su idiosincrasia; lo que se valora es su semejanza. 163 Incluso el grado de civilidad se mide en referencia a la norma. 162 Ibid., pp. 73 - 4 . 163 Ibid., p. 75 .

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