Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

268 ¿Qué es una conquista? Es el momento en que llega un otro y todos sienten la obligación de hablarle en su idioma. En el caso de la conquista española, los indígenas americanos al principio no sintieron ninguna motivación para aprender el castellano. Es más, los conquistadores debían aprender las lenguas de América. Sin embargo, esto fue cambiando, y, finalmente, los indígenas americanos no solamente exhibieron el más alto grado de civilidad al recibir la mayoría de las veces a perfectos extraños como si se tratara de sus mejores amigos (los brillantes griegos no fueron capaces de este ejercicio de tolerancia), sino que, además, pronto tuvieron que ceder a esa lengua de conquista. Bello sabía que, al principio, el castellano no había dominado ambas “repúblicas”—las de españoles y de indios— y que el tema de la lengua común las separaba, debiendo los frailes asumir esta tarea de homoge- neización. 153 El asunto que aquí nos preocupa, en cambio, es el mayor grado de unidad lingüística alcanzada. No nos ocupará la diferencia. El encierro temperado de Bello en la Biblioteca del Museo Británi- co, donde estudiaba las lenguas neolatinas de la Edad Media, hoy nos resulta una ocupación bizarra. Pero entonces decía relación con un problema muy difícil de fijar, que estaba aconteciendo en la gran tem- poralidad histórica. Se trataba del surgimiento de las nacionalidades en torno a las lenguas y el hecho que esas nacionalidades iban a subir a la calidad de estados. “Estaba estudiando acuciosamente la dinámi- ca de la fragmentación imperial desde un punto de vista lingüístico, como también ponderando el papel del idioma en la construcción de nuevas identidades nacionales”, precisa Jaksic. 154 Bello comienza a entender en los detalles cómo se disuelve la uni- dad del latín y cómo adviene la unidad del castellano, poco a poco. comunidad política en ausencia del rey” y con la nueva comunidad “pronunciarse respecto al estatus de las comunidades indígenas que habitaban […] allende el Bio- bío”, como señalan Stuven y Cid ( 2012 , p. 432 ). Este debate propiamente republi- cano está presente en Bello, pero también se escuchan latir tras sus comentarios al viaje de Domeyko las credenciales de una comunidad más universal y antigua. Por otra parte, una de las bondades que Bello había visto en la legislación indiana del imperio era el trato que se daba a los indios. 153 Elliott ( 2006 , pp. 140 - 2 ). 154 Jaksic ( 2015 , pp. 184 - 5 ).

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