Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
257 ni que sea universal en el sentido de única y total, sino que se la trate como tal para efectos de su buen entendimiento. O sea, eso que se llama “vulgar ilustre” en Dante y sobre lo que abunda Eco. 125 Asimismo, Bello entiende que la república debe generar una ver- dadera escuela de funcionarios cultos, que abra espacio a Chile entre las naciones cultas. Para ello participa de la redacción de un Decreto Supremo que propende la “educación literaria de los oficiales de nú- mero y auxiliares de las Secretarías de Estado”. Bello debe explicar por la prensa el decreto, porque “los conocimientos que exige pare- cerán a muchos excesivos”. Sostiene que la escuela de administración reportaría a los funcionarios “todas las riquezas de la cultura euro- pea”. 126 Parece que Bello quería replicarse como funcionario, hacer de su propia experiencia acumulada una institución clonadora. Esta es la realidad de la administración, pero también la realidad es que Chile, por ese entonces, no posee una burocracia a la europea ni una infraestructura que agilizara los de por sí pesados desplaza- mientos de la misma. Entonces explica: “A los cargos de indolencia o descuido que bajo algunos respectos se han hecho a la administración hemos dado varias veces por contestación las circunstancias del país, la naturaleza de las cosas. Hemos alegado lo que no puede menos que alegarse como una excepción razonable: que en las obras de adelanta- miento y reforma no es dado al Gobierno hacer uso de otros elemen- tos que los que existen”. 127 125 Con su italiano como lengua perfecta, y su poética que hace ilustre al vulgar, Dan- te quería hacer lo que Adán había hecho con el hebreo, que se creía había sido su lengua. Es más, Dante veía en el hebreo la lengua original del género humano, que había sobrevivido a Babel para ser la lengua de la gracia que debía hablar Cristo. El latín, en tal sentido, era una lengua más de confusión. Dante no quiso restaurar esa lengua perfecta del origen que era el hebreo —ni, por supuesto, esa cualquiera que era el latín—, sino que mejorar la lengua presente, el italiano. Dante vio que el toscano ya no era latín, pero que tampoco podía considerársele un dialecto. Lo que en él fueron descubriendo sus investigaciones un poco empíricas y un poco fantásticas fue una gramática. Por su parte, Nebrija mencionó esta designación con toda su fuerza. Había ya una gramática no solamente del latín sino de lenguas que habían sido en sí mismas antigramáticas (del mismo modo como hay conduc- tas antijurídicas), asesinas del latín, que era, por decirlo de forma exagerada, la gramática misma. En tal sentido, nos dice Umberto Eco: “Dante pretende ser un nuevo (y más perfecto) Adán”. Eco ( 2016 , pp. 46 - 9 ). 126 “Carrera administrativa”, en Bello (Vol. XVIII, pp. 98 - 100 ). 127 Publicado como editorial en El Araucano , número 674 , 21 de julio de 1843 . “La realidad y la administración”, en Bello (Vol. XVIII, p. 186 ).
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