Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
254 Sin embargo, esa covalencia estaba siempre tensionada. No era aque- lla de una adulación ramplona, propia de cortesanos entregados a la satisfacción del capricho. 116 Para saber de la exitosa actividad de Bello, basta con recordar el peliagudo asunto de la codificación de las leyes, que tantos dolores de cabeza e intentos frustrados le significó; o la ya comentada supresión de los mayorazgos, con toda la carga histórica que traían; o la fundación de la Universidad de Chile, innecesaria para un numeroso grupo de diputados que en 1847 propusieron suprimirla por parecerles inútil. 117 En suma, no se dejó Bello reducir a un concepto vigente. Fue más allá de él, ayudando al poder a ser menos elemental. Y, por eso, he dicho que Bello pertenecía a una antiquísima categoría de funcionarios: la de sabios extranjeros cuya autoridad termina por convencer al imperio. Es, sin duda, el caso del profeta Daniel, judío en una corte babilónica, entre ídolos falsos y banquetes impuros, como también víctima invicta de una seguidilla de sátrapas conspiradores expertos en someterlo a pruebas mortales de las que salió ileso. 118 Daniel no está dispuesto a postrarse ante las imágenes babilónicas. Por eso Bello es el represen- tante de una sabiduría y una organización imperial sin imperio vigente, José Tomás Ovalle”, vv. 17 - 22 , en Bello (Vol. I, p. 172 ). 116 Hay una larga tradición del funcionario maquiavélico o simplemente sádico. Esto va del marqués de Marinelli al Eichmann que retrata Hannah Arendt. No era Bello un marqués de Marinelli, el gran hombre al servicio del príncipe Ettore de Gonzaga en la formidable tragedia del siglo XVIII Emilia Galotti de Lessing. 117 “A muchos exasperaba la lentitud y el empeño por lograr obras sólidas; querían rapidez y exterioridades vanas. En 1849 algunos exaltados pidieron la supresión de la Universidad, idea que alcanzó a triunfar en la Cámara de Diputados, pero que fue rechazada por el Senado”. Lira Urquieta ( 1965 , p. 114 ). 118 Ya he mencionado los rumores que un bisnieto de Bello, Vargas Bello, hizo im- primir acerca de la procedencia sefardí de muchos de los antepasados de Bello. Bello tenía en alta estima el aporte a la cultura de “la nación judaíca” y aunque no escribió ningún texto importante acerca del tema, tenía un conocimiento erudito de la Biblia, especialmente del Antiguo Testamento, como lo demuestra su informe a la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, sobre el compendio de geografía antigua presentado por Guillermo Antonio Moreno. Ver Bello (Vol. XXIII, pp. 337 - 52 ). Su conocimiento tan extraordina- rio de la Biblia puede haberse debido, además de la formación religiosa, a una actividad de otro orden: la traducción en la que colaboró. A sugerencia de José María Fagoaga, Bello trabajó junto a al representante de Nueva Granada en Lon- dres José María del Real en una traducción de la Biblia al castellano que logró la British and Foreign Bible Society , tarea en la que correspondió realizar correccio- nes tipográficas y ortográficas como también cambios de redacción. Ver Jaksic ( 2001 , p. 68 ).
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