Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

23 de los enemigos, servil al poder establecido, un viejo cultivado, en el fondo, partidario del lado oscuro. La fama de un Andrés Bello poco decidido, de quien se decía que mantuvo siempre una secreta lealtad a la monarquía, poco a poco se fue afirmando en los corazones americanistas, y así también se afir- maban los halagos. Por ejemplo, en 1881 , el poeta y libertador cuba- no José Martí, comentando una publicación que homenajeaba la fi- gura de Andrés Bello, escribió: “Y al elegir, de entre los grandes de América, los fundadores, le elijo a él”. 3 Martí, aquel revolucionario y apóstol, 4 aquella decidida y decisiva figura imbatible de la acción y la creación, ¿elegía a un ceñudo poeta del desdeñado neoclasicismo de gabinete por sobre figuras ventiscosas como Francisco de Miranda, Simón Bolívar o José de San Martín, que eran sinónimas de la grande- za? Podemos entender que un poeta haya —de entre los próceres—, elegido al más poeta de ellos, ¿pero no era además este poeta Bello una figura opaca cuando se trataba de dirimir la antología pura de los referentes de la emancipación americana que en Cuba se había tarda- do tanto, figura sobre la cual, incluso, pesaban acusaciones gravísimas de secreta adhesión a la causa del enemigo (Martí parece haber estado al tanto)? 5 Rarísimo. No quedaban aquí los homenajes a Bello. Setenta años más tarde es- cuchamos decir: “Es Andrés Bello quien comenzó a escribir antes que yo mi Canto General ”. Quien así hablaba en 1953 era Pablo Neruda, ese Neruda que en ese mismo Canto General asaltó a los intelectuales americanos, gritándoles: “no hicisteis nada”, 6 casi una continuación de los ataques a Bello proferidos por Domingo Faustino Sarmien- to, 7 que quiso enviarlo al ostracismo. Sin embargo, Bello algo hizo. 3 Martí ( 1995 , pp. 211 - 2 ). 4 Con estos conceptos no hago sino ceñirme a los de Ottmar Ette ( 1995 ) en su mo- numental José Martí, apóstol, poeta, revolucionario: una historia de su recepción . 5 Ibidem . 6 “Los poetas celestes”, en Neruda ( 2005 , p. 204 ). 7 Como apunta Emir Rodríguez Monegal, Neruda dijo: “Y bien, es Andrés Bello, cuyo ilustre nombre decora esta sala junto al de Sarmiento, quien comenzó a escribir antes que yo mi Canto General . Y son muchos los escritores que sintie- ron primordiales deberes hacia la geografía y la ciudadanía de América”. Rodrí- guez Monegal ( 1977 , p. 185 ). Este es el libro que –dirá Neruda en Confieso que he

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