Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

22 de existir en la antigüedad, a través de una disociación permanente. De ahí que a Bello no le quede más que ser un gran consejero, como ciertamente, aunque con menor intensidad, lo fue también Mistral. Se trata de pedagogos y consejeros del poder y de la gente común. Ambos se dirigen por escrito, ya sea al poder, ya sea a la gente que pareciera no detentarlo. Pero, en tanto reyes, nunca buscan ser ellos mismos el poder, ni retenerlo para sus pasiones personales o sus círculos de hierro. Estos dos reinados dicen relación con dos formas distintas de com- prender el poder. El primero es el de la aristocracia, el liberalismo y la guerra. El segundo, el de la democracia, el socialismo y la paz. Ambos reinados serán destrozados por episodios violentos. El primero, por la guerra civil de 1891 ; el segundo, por el golpe de Estado de 1973 . Para entonces, ambos monarcas estaban muertos. Hubo entre Bello y Mistral, sin embargo, un lazo, una de esas he- bras insignificantes, uno de esos discípulos menores del reinado be- llista, señor de provincia, estudioso de sus propios temas (solitarios como los de Bello), y aficionado a la pedagogía: Adolfo Iribarren. Este propietario agrícola, versado en botánica, supo ver el talento —por- que es de la definición del talento cazar el talento—, le enseñó sus cul- tivos de mil flores, y las palabras, los nombres que no deben olvidarse para que una flor no sea una cualquiera. Aunque no tenía fortuna para retribuirlo, la niña descalza fue educada como una reina. Y lo fue. un rey que poco a poco conquistó su reino Bello tuvo detractores, que no fueron pocos. Nos detendremos en este libro sobre ellos, pero por ahora puede adelantarse que ya en Caracas los obtuvo, que en Londres jamás logró afirmarse, y que, en Santiago de Chile, pronto surgieron dos sectores que lo miraron con sospecha. Uno, el de los muy católicos nativos, desconfiados de este desterrado que se había pasado la mitad de su vida en uno de los lu- gares más despreciables del mundo: Inglaterra, la isla de los herejes y piratas. El otro, más joven, tempranamente vio en Bello a un amigo

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