Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
219 Al parecer, podría haber existido una especie de imperio sin tiranía, uno que conservase la libertad de los ciudadanos. Es decir, en su mis- mísima aparición original y plena, el Imperio Romano había tenido inicialmente aspectos coherentes con los logros de la civilización de tiempos de Bello. Su convicción respecto de la potencia civilizadora ro- mana era profunda, especialmente en el derecho y la literatura. “Nues- tra legislación civil —escribirá—, sobre todo la de las Siete Partidas, encierra lo mejor de la jurisprudencia romana, cuyo permanente im- perio sobre una tan grande y tan ilustrada parte de Europa atestigua su excelencia”. 30 Bello proyecta una continuidad entre Roma, España e Hispanoamérica, como entre el Derecho Romano, Las Siete Partidas y la buscada codificación de la “ley patria”. movimiento del imperio ¿En qué consistía este “imperio” que va de Oriente a Occidente? Como lo describió AndrewWallace-Hadrill en El oeste bárbaro , el im- perio se mueve de Oriente hacia Occidente, pasa por los lombardos y los galos, se hunde en las tinieblas del localismo y la desorganiza- ción y emerge brevemente con Carlomagno, ahora como “Imperium Christianum”, y Luis el Piadoso, donde vemos “la extraña persistencia del ideal, frente a la oscura realidad del desastre militar, la decadencia económica y el cambio social”; 31 e incluso, a propósito de cuestiones propiamente teológicas como la del “Anticristo”, sabemos que entre las tinieblas de la Edad Media se sigue creyendo firmemente en la prolongación permanente del Imperio Romano, pues “aunque vemos destruido en gran parte el imperio romano, la dignidad del imperio no desaparecerá del todo mientras haya reyes francos, puesto que ella sigue viviendo en estos reyes”, escribe Haimón de Auxerre. 32 Bello ve colarse —y replicarse en la “conquista” 33 española de América— estos 30 “Editorial”, en El Araucano , 6 de diciembre de 1839 , en Bello (Vol. XVIII, p. 78 ). 31 Wallace-Hadrill ( 1966 , pp. 170 - 1 ). 32 Carozzi ( 2000 , pp. 4 y 179 ). 33 Tal como indican varios autores, el término “conquista” no es bueno pues —señala James Lockhart— “tiene implicaciones que pueden ocultar aspectos importantes
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