Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

207 es que la autoridad española en Venezuela aparece hasta 1810 como defensora de las personas humildes contra el orgullo de los criollos aristocráticos”. De entre esta aristocracia saldrían los libertadores, “ni- ños diablo” (en palabras de Ernesto Montenegro), que eran de ocupar armas desde muy chicos, que creían que la patria les pertenecía ex- clusivamente, que iban siempre embarcados en la indolencia, que eran “sanguíneos y nerviosos”. Y sella, comparando: “La niñez de Bello, su sangre y sus juegos fueron otros”. 4 Lo que no cuenta —y seguramente, de haberlo calculado, se hubiese apresurado a ponerlo por escrito— es que, además, nacido el 29 de noviembre de 1781 , el primogénito Andrés Bello hubiese sido hijo natural —según su propia clasificación del Códi- go Civil — de no haberse sus padres casado dos meses antes, el 8 de sep- tiembre del mismo año. Hijo de un cantante —Bartolomé Bello— que cayó en desgracia por rebelarse al despótico obispo Martí, Andrés Bello conoció por este mismo hecho desde pequeño la pobreza, debió cargar precozmente con la habladuría social, hacerse, en parte, a sí mismo: en suma, vindicar en su propia carne el honor de su padre. Esta idea, según la cual Bello fue un hijo de la clase media colonial caraqueña, un chico cerebral, que se había divertido en la Europa his- tórica de los libros y no en la Europa actual de los viajes de placer; que vivió la contienda revolucionaria como una aventura de pijes, es una idea muy propia de Edwards Bello, y es de las más convincentes que se puedan ofrecer. En paralelo, Isaiah Berlin comenta que el romanti- cismo en Alemania fue un movimiento surgido como una reacción de un grupo pietista socialmente menoscabado por los privilegios de la aristocracia, y que se habría fortificado en la interioridad subjetiva. 5 Viéndolo desde este punto de vista —que seguramente vale también para el propio Berlin—, el joven Bello no fue ajeno a esta intimidad formativa socialmente tímida, reservada para sí misma y, por qué no, un tanto acomplejada, como se atisbó también en las relaciones entre autoridad y libertad. Por ello, resulta primordial observar cómo fue visto Bello desde un inicio. Se lo acusó de haber sido un disimulador. Un monárquico 4 Edwards Bello ( 1965 , pp. 56 - 60 ). 5 Berlin ( 2015 ).

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