Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

20 cúlmine, el Código Civil de la república de Chile, que ha sobrevivido a guerras civiles, revoluciones, constituciones, golpes de estado, to- mas universitarias y abogados exitosos. Bello será, además de senador durante tres periodos, el rector fundador de la Universidad de Chile, y continuará escribiendo poesía, textos políticos y educacionales, ar- tículos de divulgación científica, hasta su muerte, a los 84 años, sin apenas haber tomado vacaciones. El Araucano , periódico que hoy se conoce como Diario Oficial , fue el medio escrito a través del cual Bello durante décadas condujo los destinos de la opinión publica chilena. Como si esto fuera poco, el viejo fracasado llegado de Londres forja- rá en Chile una pléyade de discípulos que se diseminarán por variadas áreas del espíritu, los que, para gloria suya, serán críticos del maestro, no meros adláteres, repetidores o suaves contradictores, que es lo que suele ocurrir en los chascos académicos. Sin embargo, todos los hijos espirituales que ganó Bello en Chile, los perdió en hijos carnales: uno murió en Londres en 1821 y otros siete murieron en el curso de treinta años desde que llegara a Santiago. No se sabe cómo logró hacer tanto mientras la muerte entraba y salía hasta hartarse de su casa. La segunda presencia de Bello en América no se reducirá a un buen trabajo. Lentamente, se convirtió en el símbolo de una manera de ser, de una república moderna, y especialmente, se verá en él a un padre fundador, es más, a un articulador de tantas tendencias que parecían del todo incompatibles. De él, de esa historia, de ese símbolo y de la república que fundó, habla este libro. dos reinados Observando fijamente el dinero chileno, puede verse que las monedas y billetes son habitados principalmente por héroes militares. Hay, sin embargo, dos excepciones, más una tercera, tímida y tardía presencia eclesiástica. Y es que puede decirse que en lo que va de la historia de la república de Chile han existido dos grandes reinados; reinados literarios, por supuesto. Uno en el siglo XIX, el otro en el XX. En el primero rigió un rey; en el segundo, una reina. Uno fue un extranje- ro; la otra, una autoexiliada cosmopolita, una reina viajera. Ambos

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