Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
19 como amanuense, como corrector, como tutor de niños aristocráticos indomesticables, yendo y viniendo entre la niebla de Londres, despe- dido a veces y fracasado. Consiguió trabajo en la legación de Chile en Londres. La legación se reducía a un guatemalteco, Antonio José de Irisarri, que aunque en- cargado por los chilenos, era mirado con recelo. Por eso, para en parte revisar los asuntos chilenos en manos de Irisarri, llegó a Londres desde Chile Mariano Egaña, a quien Irisarri odiará y llamará “Don Legaña”. Del lado de su amigo guatemalteco, Bello será malmirado por Ega- ña, que pensaba “dime con quién andas…”, pero esta sabiduría tuvo que sufrir una excepción porque Egaña vio genuino talento en Bello y decidió convertirse en su cazatalentos, excluyendo a Irisarri del trío. Así, después de un par de intentos desesperados por abandonar Londres con destino a cualquier parte, Andrés Bello, y lo que quedaba de su familia, fueron invitados a largarse al fin del mundo. Egaña le consiguió un trabajo en Chile y Bello aceptó, en 1829 . Contaba ya casi cincuenta años en 1831 (una edad superior a la esperanza de vida de por entonces). Tras enviudar, se había vuelto a casar con Elizabeth Dunn y tenía cuatro hijos de ambos matrimonios, dos Bello Boyland y dos Bello Dunn (Juan Pablo, uno de los Bello Boyland había muerto a los meses de nacer). Al enterarse del viaje, Bolívar le envió una de sus célebres cartas, en la cual el titán reclamaba la continuidad en Londres de su olvidado secretario. Pero para cuando la carta llegaba, Bello y su familia iban cruzando el Atlántico con destino a Valparaíso. Al momento de recalar en Chile, Bello había escrito sus trabajos de Caracas, dos silvas famosas en revistas hispanoamericanas en Lon- dres, una propuesta de radical reforma ortográfica y algunas reseñas y artículos de divulgación científica y artística en dichas revistas que editaba con su amigo Juan García del Río. Es ahora cuando Bello co- mienza a publicar sus grandes libros que tenía guardados o a medio es- cribir, a escalar en la escalable sociedad chilena, a hacerse imprescin- dible, a traducir y arreglar para el teatro local. Sus libros se contarán por docenas y sus artículos por centenares, y entre ellos se contarán el más importante tratado sobre Derecho Internacional publicado a la fecha, la gramática más importante de la lengua castellana, y su obra
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