Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

188 En la respuesta de Irisarri, a la desesperada carta del 18 de marzo de 1821 , que le había escrito Bello, donde este último le narraba sus in- fortunios, su desesperación, su pobreza, su falta de empleo, y le pide, si lo hubiera, un humilde espacio en la legación que llevaba Irisarri de Chile, el guatemalteco hace oír sus duras críticas hacia Bolívar, el su- puesto protector de Bello, que lo había abandonado —como dice Silva Castro— en la ribera del Támesis. Para Irisarri, Bolívar es el típico megalómano incapaz de ser consciente del talento que lo rodea, pues únicamente se centra en el suyo propio, a la par que espera que todos se le sumen como un séquito: Usted podrá ser todo lo amigo que quiera del general Bolívar, proclamarse su partidario, pero yo sin ser ni lo uno ni lo otro, sin tener de este individuo otro conocimiento que sus hazañas, no puedo entenderlo tan grande cuando no sabe aprovecharse de hombres como usted [...] La situación a la que lo ha reducido el patriotismo de usted debiera ser prontamente satisfecha por ese general; de otra manera será preciso calificarlo de inconstante en la amistad y de poco o nada atinado en la elección de individuos sabios y virtuosos. 256 A Bello se le reprocha haber confiado demasiado en su líder, haber sido papista de más. Bolívar es un pésimo antologador de los talentos ajenos; Bello es la prueba viva de esa falta de cuidado, esa dedicación exclusiva a los efectismos de la guerra y no a los pliegues de la paz. En términos literarios, Bolívar es el gran yo poético; Bello, como for- mador y antologador del mundo, es como el yo escaso del espíritu dramatúrgico, o un cronista al pie del caballo de su señor. 257 El pillo 256 Carta de Irisarri a Bello, citada en Silva Castro ( 1865 , pp. 21 - 2 ). 257 En su tercer cuaderno de Londres, Bello anota lo que parece ser una profesión de su propia participación en los hechos heroicos de su tiempo. La nota se refie- re al papel que cupo a los “heraldos” en la anotación y composición de las gestas de sus señores: “En la libr[e]ria [del colegio de] Worcester en Oxford hay un poema frances en que se cuentan los hechos de Eduardo, el Principe Negro, que murió en 1376 , escrito en el verso corto del romance, por el heraldo del prin- cipe, que iba á su lado en las batallas, segun la Costumbre de aquellos tiempos. Este fué Juan Chandois, mencionado por Froissart. Hay muchas pruebas que indican que muchos romances del siglo 14 , sino en verso, a lo menos en prosa,

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=