Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

186 Lo que Bello llama “la prosa medida” (como una poesía sin genio), es precisamente la mejor caracterización de su prosa. Toda la prosa de Bello –en todos sus tratados, artículos, leyes y cartas– es pura prosa medida. Cuando hacemos el ejercicio de cercenar en versos imagina- rios la prosa de Bello, vemos emerger formas métricas por todas par- tes. Este es el fondo rítmico oculto de la prosa de Bello que la hace tan agradable a la lectura y que suele dar la sensación de que es la manera óptima de expresar lo que en efecto expresa. Este aspecto a veces llegó lejos. Bello redactó el artículo 1534 del Código Civil según la métrica de un endecasílabo imperfecto tanto en el proyecto de 1853 (artículo 1713 ) como en el proyecto inédito (ar- tículo 1712 ). 250 El artículo todavía hoy dice: “Si de dos codeudores de un hecho/ que deba efectuarse en común,/ el uno está pronto a cum- plirlo, y/ el otro lo rehúsa o retarda, éste sólo será responsable/ de los perjuicios que de la inejecución/ o retardo del hecho resultaren/ al acreedor”. Pero, al menos a simple vista, esta medida no maniata a Bello, es el óptimo roce de su pluma. El artículo 1534 es una prue- ba útil de esta desatada-atadura bellista, la cual fue tradicionalmente señalada por los antiguos estudiantes de Derecho —mejor formados en literatura hispánica— que a fuerza de memorizar artículos fueron experimentando en propia carne esa vieja estrategia mnemotécnica que ya Tito Livio señalaba consistente en la ley hecha canción, 251 des- cubriendo estructuras métricas de este tipo. 252 trastorna las camas, abre todas la alacenas, se hace calle por una gruesa pared, arro- ja los materiales de ella a gran distancia, y continuando su vuelo destructor, desba- rata los tajados, arranca en peso una enorme encina, iguala con la tierra dos casitas vecinas a la quinta, arrastra las carretas, se precipita en las quebradas, desarraiga en ellas un gran número de robustos nogales, asuela muchas viñas, dejando en la tierra surcos y esparce por todas ellas un hediondo tufo de azufre: A ese meteoro siguió un fuerte aguacero, que restituyó la serenidad de la atmósfera. Hay memoria de otras trombas inflamadas, pero de ninguna tan destructora como la de Laconette, donde todo presenta señales de una devastación terrífica, y de la más irresistible violencia”. “Variedades”, en Bello (Vol. 24 , pp. 666 - 8 ). 250 Código Civil , en Bello (Vol. XV, p. 458 ). 251 Coulanges ( 2003 , p. 186 ). 252 Sin ir más lejos, debo al profesor Mario Arnello esta información.

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