Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

180 Pero el culto a Corday, y a los cantores de su inmolación, era más complejo, pues a ese martirio se oponía el de Marat. Recordemos la proclama de las mujeres: “¡Oh, corazón de Jesús! ¡oh, corazón de Marat!”. Y es que era mártir contra mártir. En tal sentido, la perte- nencia militante de Bello era muy clara. Estaba con el liberal Ché- nier, con Charlotte Corday y con Judit; y no con Marat y su partido. Pero no nos confundamos. Lamartine miraría con buenos ojos la Revolución francesa de 1848 , de la cual Bello y sus hijos estuvieron tan pendientes. “Esta última revolución no es otra cosa que con- tinuación de la primera con menos elementos de desorden y más elementos de progreso”, 236 escribe Lamartine, dando explicaciones no poéticas, sino más bien retóricas, al interior de sus intuiciones más poderosas. dos tipos de libertad Las polémicas posrevolucionarias de la libertad se extenderán por todo el siglo XIX y también por el XX, como si fuesen los costos de la supresión del milenario sistema monárquico. Como escribe Svetlana Aleksiévich, se trata de dos tipos de “aprendizaje” sobre la “libertad”: el de aprender a vivir en libertad y el de solo haber aprendido a morir por la libertad. 237 Esa vida en la libertad, dice ella, suele ser individual, ese morir por la libertad, suele ser colectivo. Bello veía claramente estas dos etapas en América: una de la liber- tad colectiva, la de la guerra por la libertad del grupo; y otra, la de la vida, en que cada persona cultiva su propia huerta, porque es tiem- po de paz y no de muerte. Así, el asunto de la libertad lleva a la pregunta por si Bello era un liberal o un conservador. Las respuestas han sido muy variadas. Históricamente hubo tendencia a ver en él a un conservador dig- no de estima. El problema, al hablar de “liberal” o “conservador”, es que se pasa por alto un estado permanente de la primera mitad 236 Lamartine ( 1849 , p. 9 ). 237 Aleksiévich ( 2015 , p. 15 ).

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