Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

179 personaje en que se pone en juego la oposición poética a la desmesura revolucionaria; un personaje en el que la moderación da su salto de gracia y se transforma en heroísmo. Chénier no mataría a Marat, pero es capaz de valorar y juzgar él mismo, y positivamente, el crimen de Corday. No es casual que sean los versos que Chénier compone, antes de subir a la guillotina, los únicos que Bello citará en su “Discurso pronunciado en la instalación de la Universidad de Chile”. Chénier, aguardando por instantes la muerte, escribe sus últimos versos, que deja incompletos para marchar al patíbulo, y que Bello traduce: Cual rayo postrero, cual aura que anima el último instante de un hermoso día, al pie del cadalso ensayo mi lira. 234 Bello sabe que la guillotina revolucionaria es una posibilidad. Lo ha visto en la historia europea reciente y en su Caracas natal. Predica que la belleza debe ejercitarse aun en la antesala de la muerte violenta. Que es este el sentido que debe darse a la vida para que la vida sea más propiamente humana, sea libre. Porque la muerte es inevitable y la violencia asesina revestida de lógica, muy posible. El culto a Corday se relaciona con el culto a la Judit del Antiguo Testamento, 235 en cuyo ejemplo se inspiró la asesina de Marat. Pro- cede de un texto deuterocanónico, en la Biblia católica, y apócrifo en otras recopilaciones, y se encuentra ubicado entre el de Tobías y los Macabeos . El mismo santo Tomás puso un ojo crítico sobre Judit, por- que engaña para triunfar (así también Corday). Tanto Corday como Judit son heroínas que se sirven de la mentira para abrirse paso hasta la intimidad de Holofernes y Marat, respectivamente. 234 “Discurso pronunciado en la instalación de la Universidad de Chile”, en Bello (Vol. XXI, p. 9 ). 235 Judit fue una joven viuda judía. Cuando su ciudad se vio sitiada por el ejército babilonio, ella se las arregló para llegar a la tienda de Holofernes, el general inva- sor, y ofrecérsele. Una vez lo hubo emborrachado, Judit lo ultimó cercenándole la cabeza. Inspiró grandes obras del teatro, como el oratorio militar de Antonio Vivaldi Juditha triumphans y la tragedia de Friedrich Hebbel Judith .

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