Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
153 junio de 1835 ) escribió, al parecer Andrés Bello, que en los tiempos modernos algunos de los más ilustres pontífices promovieron el tea- tro, y que León X, que dio nombre en su honor al siglo de oro italia- no, “autorizó con su presencia varias funciones dramáticas de asuntos profanos i cómicos, ejecutadas en su propio palacio”. 175 Al final no se presentó. Luego, en 1841 , se representó Nona san- grienta , de Aniceto Bourgeois: “El título solo de ella inquietó a la jente de sotana i a sus adeptos. ¡Nona sangrienta! ¿Qué significaba este vo- cablo? Se consultó, para averiguarlo, el Diccionario de la Academia, pero no se sacó nada en limpio. Había una culebra oculta bajo esa frase. Nona significaba monja; i se había disfrazado la palabra para engañar a los incautos. La representación confirmo la sospecha”. 176 El arzobispo Manuel Vicuña Larraín ( 1778 - 1843 ) se quejó, pero el oficio “quedó encarpetado”. 177 Pero muy pronto estas libertades pondrían en alerta al enemigo. En una carta de Ramón Luis Irarrázaval ( 1809 - 1859 ) a Andrés Bello, que solo transcribe las palabras del arzobispo Manuel Vicuña, se dice: Con el mayor dolor de mi corazón, he recibido diferentes noticias que me aseguran la malísima elección que se está haciendo de las piezas que se representan en el teatro de esta capital, asegurán- dome que ellas son motivo de escándalo aun a las personas mas relajadas, por la inmoralidad que a todas luces manifiestan. Yo se- ría un criminal si con tales avisos permaneciera indiferente, o me contentara con llorar en silencio males tan perniciosos a la reli- jion i la sociedad; i por consideraciones tan poderosas, me dirijo a 175 Miguel Luis Amunátegui ( 1888 , p. 250 ). 176 Ibid., p. 254 . 177 Para el estreno de Ángelo, tirano de Padua, de Victor Hugo, “se habían pintado dos decoraciones nuevas, lo cual era mucho hacer, si se atiende a nuestros escasos recursos escénicos”. La ocasión era efeméride. Se trataba del primer drama de Victor Hugo representado en Chile, el 20 de septiembre de 1841 . Cuenta Miguel Luis Amunátegui que Hugo “gozaba de una inmensa fama en América española, como jefe de la escuela romántica, aunque la mayoría de los habitantes no hubiese saludado una sola pájina suya”. Además, en la obra participaba la limeña Tori- bia Miranda, que tenía a todo el mundo embobado. Sarmiento habría exclamado: “Esta mujer tiene en su cuerpo todo el fuego de su patria”. Miguel Luis Amunáte- gui, ibid ., p. 255 .
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