Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
150 todos los reales que le caían en las manos. Aquellos versos, en los cuales brilla una fantasía tan rica, le encantaban, aunque a menudo no comprendía el sentido de sus conceptos. No solo los leía i releía, sino que los aprendía de memoria i los declamaba a su madre, que se complacía en oírle. 168 Esta predilección precoz por el teatro resultará de la mayor importan- cia. Es más, el desarrollo que ella ha tenido desde la Antigüedad clási- ca marcó a fuego ciertos estilos primigenios pues dividió las aguas del espíritu muy arriba. Platón fue de ideas únicas, pero también un escritor de diálogos; Aristóteles fue de ideas más variadas y concretas, pero no conocidas por sus perdidos diálogos. Hubo, sin embargo, platonistas que no tu- vieron la gracia de escribir diálogos, sino que intentaron decir la ver- dad directamente, como también hubo aristotélicos que, a diferencia del maestro, publicitaron sus diálogos. Bello fue uno de ellos. De estos diálogos hay registros en su poesía, por así decirlo, “dramática” (o dra- matúrgica) y en verdaderas escenas que instala en el acontecer político. Las reflexiones de Bello sobre las palabras “tragedia” y “comedia” en su cuaderno III de Londres, 169 muestran que en su tiempo no era obvio que estas palabras podían caracterizar hechos de la vida misma o las narraciones, y no necesariamente aludir a subgéneros del teatro, con lo que Bello estaba despojando a estas palabras de su sentido dra- mático original, pero a la vez, otorgándole sentido dramático a asun- tos que tradicionalmente no eran entendidos como tales: había, así, un drama en el mundo. “Un poema corto, que no era serio ó tragico, se acostumbraba llamar Comedia”, anota, y luego: “Fontenelle men- ciona un tal Parasols Lemosino que escribió cinco bellas tragedias de los [sucesos] de Juana Reyna de Napoles, hacia 1383 . Acaso no eran mas que cinco narrativas. La Reyna Juana mató sus 4 maridos, y des- pues fué executada”. 170 Para esta comprensión dramática del mundo hacía falta una voluntad literaria, pero también política. 168 Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , p. 183 ). 169 Los cuadernos fueron anotados entre 1814 y 1823 . 170 Cuadernos de Londres, cuaderno III, en Bello ( 2017 , p. 158 ).
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