Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
135 movimiento irrumpió desde el liberalismo romántico contra todas las llamadas supersticiones heredadas de la Colonia, contra cual- quier institución que no tuviera base en la razón (en su encendida versión romántica). Lanzaron dardos contra Meneses, a quien ta- chan de paladín reaccionario. En medio de la polémica, el proyecto de Juan Bello llegará a conocimiento del padre, quien se muestra contrario. García Reyes, en tanto, argumenta que ya no era nece- sario el proyecto de Juan Bello, pues los mayorazgos habían sido reducidos a sus valores. Mientras la polémica inundaba toda la prensa, y los comunicados van y vienen, el viejo Bello redactaba en silencio un proyecto que será la solución definitiva una vez se aquieten las aguas y se hayan desgastado todos los aparatos psíquicos, tan dados al enfrentamien- to. Revisaré, sin embargo, algunos aspectos de esta polémica, que tan bien documenta el tipo especial de vivencia liberal decimonónica. Los intentos por redactar y aprobar una ley que concretara el ar- tículo 162 de la Constitución de 1833 fueron infructuosos. En 1845 —como ya se adelantó— bajo el gobierno de Bulnes, el diputado García Reyes llama la atención sobre el hecho de que, habiendo la Constitución del 28 abolido los mayorazgos, a esa fecha no había cla- ridad respecto de cuáles eran los bienes con que podían contar los poseedores de los mayorazgos, así como su descendencia. El proyec- to de García Reyes decía en su artículo primero: “Las vinculaciones de especies que existieren en la República se reducirán a vincula- ciones de valores”. 146 El artículo final del proyecto señalaba que, una vez se hubieran tasado, los bienes vinculados quedarían a censo, “en los mismos fundos, con la rebaja de la quinta parte de su importe total, después de lo cual, el poseedor adquiriría la libre propiedad de considerable extensión de terrenos baldíos en un suelo favorecido de la natu- raleza y bajo una temperatura semejante a las mejores de Europa, convida a la colonización y la industria, ha tomado de tiempo atrás diversas providencias con el objeto de atraer a este punto alguna parte de la emigración, que en tan crecido número abandona hoy las más probladas y civilizadas porciones del viejo mun- do”; y pide una ley que “arregle” la colonización “tomando en cuenta las necesi- dades y costumbres especiales de la sociedad chilena”. “Mensaje del Presidente de la República al Congreso Nacional de 1850 ”, en Bello (Vol. XIX, pp. 220 - 1 ). 146 Donoso ( 1946 , p. 145 ).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=