Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

122 Pero la descripción de causas y la asignación de culpas será crecien- te. Incluso el plebiscito aquileano, que modificó la ley de las XII Tablas, mostrará esta decisión por hacer descansar la culpa en la subjetividad humana. El deterioro de la tragedia y su muerte traerá como correlato la hegemonía de la culpa en el mundo de la norma- tividad humana. Todo conflicto humano no tendrá solución mien- tras no haya culpables. Se llegará a buscar culpables en asuntos que científicamente después se dirá que no estaban relacionados con la subjetividad humana. En el ámbito de la responsabilidad por el daño causado, las codificaciones del siglo XIX —y la de Bello incluida— dejarán un mínimo espacio a la tragedia que llamarán “caso fortuito” o “fuerza mayor”, y que serán excepcionales. Muchas de las tragedias griegas son batallas por la justicia (que es una manera de decir “culpa”). Electra llegará a empujar a su herma- no Orestes al matricidio por causa de esta justicia. En la estirpe de Agamenón y Clitemnestra, una de sus hijas, Ifigenia, ya la he men- cionado. Es ella la que ha quedado al margen de la justicia catastró- fica desatada por sus hermanos, que a su vez con esta no hacen sino cumplir a como dé lugar el destino. He propuesto que las figuras de Goethe y Bello están muy ligadas a este personaje. Ifigenia es una extranjera que sirve a poderes no suficientemente refinados. En la versión de Goethe, gracias a ella estos poderes bárbaros se depuran. Pero lo que en términos de la justicia llama la atención es que tanto la Ifigenia de Eurípides como la de Goethe no sean heroínas de la justicia. Ellas no buscan ningún culpable, no requieren esta certeza. Ellas ansían la libertad (y la de Orestes y Pílades). Logra esta liber- tad solamente mediante su ingenio, mediante su fuga, que en el caso de Goethe es resultado del convencimiento logrado por su captor, que la deja libre. La gran alegoría de la Ilustración se concentra en la marginal Ifigenia. Lo que se dirá sobre Bello, especialmente las exageraciones, es en tal sentido muy decidor. Su calidad de autoridad, más allá de los lí- mites de la jurisdicción chilena, lo harán, como Ifigenia, retornar a su patria y a Hispanoamérica por otras vías. En su responsabilidad gramática, Bello “fue mucho más que un legislador por todos acatado, fue el salvador de la integridad del castellano en América, y, al mismo

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