Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
119 auditorio. El Bello de la Gramática no es el mismo de los discursos, de las reseñas y notas de prensa para Chile. Hay, por ejemplo, un Bello de la homogeneización del español de América y un Bello de la sobe- ranía americana de la lengua frente a la prestigiosa norma peninsular. No quisiera detenerme en indagar y denunciar las incongruencias en las que incurre un alma extensa. Quisiera, en cambio, sugerir que Andrés Bello entabló relaciones de distinto orden con las letras. Sa- bemos que pasó de poeta a gramático y de gramático a jurista-legis- lador. No puede sostenerse que estos pasos hayan sido cronológicos y mutuamente excluyentes. Es posible aventurar, más bien, que al principio hubo predominio de la actividad poética, un predominio del cultivo de la belleza de la letra. Posteriormente —cuando deja un poco atrás su vida de poeta y se dedica a escribir sus famosas obras gramáticas y jurídicas— hay, digamos, un momento donde el predominio es el de las letras útiles que coincide con su mínima productividad poética de envergadura (excepto, claro está, la serie de “imitaciones” de Victor Hugo). Estas ocupaciones, que son tam- bién etapas, no son parcelas, estadios progresivos. Más bien, podría hablarse de un continuo espíritu de las letras que lo anima. Primero ese espíritu está estimulado por las letras en una dimensión de bellas letras , para luego inclinarse hacia el cultivo de letras útiles para las sociedades que él entiende en formación. Con todo, debemos hacernos esta pregunta ineludible: ¿por qué pre- sentar belleza y utilidad como una dicotomía? Este es el gran dogma de la poesía, digamos, a partir de Baudelaire, tal como lo ha señalado Oc- tavio Paz, pero desde antes sin duda. ¿Percibía Bello esta dualidad? Al parecer sí. ¿Estaba por profundizarla? En lo absoluto. He aquí el punto. • Para eso, acudo nuevamente a la auctoritas , pero ahora con su par con- tenido en la distinción romana; una distinción de los jurisconsultos romanos que Bello tenía en mente. Auctoritas e imperium (o potestas ) es un corte clásico del romanismo, una distinción que el positivismo poco entiende. Es una concepción que se la ha pensado clásicamente como romana.
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