Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

111 Si, yo te ofrezco, yo te juro, Carlos, que guardarán los pueblos tu memoria, mientras peces abrigue el mar salado, cuadrúpedos la tierra, aves el aire, y el firmamento luminosos astros. Yo te ofrezco cubrir estos dominios de celosos y dóciles vasallos, que funden su ventura y su alegría en prestar obediencia a tus mandatos. Te ofrezco derramar sobre estos pueblos, que tus leyes respetan prosternados, fecundidad, riqueza y lozanía, dorados frutos, nutritivos granos. Yo te juro también que con perenne aclamación repetirán sus labios: “¡Viva el digno monarca que nos libra de las viruelas! ¡Viva el cuarto Carlos! Hombre, mujer, infante, todo mortal que pise estos confines, cante a Carlos bienhechor. Publique Venezuela que quien de nuestro clima lanzó la atroz viruela, fue su paterno amor. (Se repite) . 117 El proclamar así el agradecimiento por haber sido liberado de las vi- ruelas tiene algo de ramplón. Es necesario considerar, además, que nada de esta gratitud durará mucho tiempo. Un par de años más tarde se removerán todas las lealtades y esta obra teatral de Bello pasará al olvido más conveniente. “Los bandidos de Fernando VII” —como recordará en una reseña del libro Historia de la revolución de Colombia , de José Manuel Restrepo, aparecida en El Repertorio Americano — 118 117 “Venezuela consolada”, vv. 320 - 344 , ibid ., p. 26 . 118 Apareció en las páginas del primer número de El Repertorio Americano , en octu- bre de 1826 .

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