Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
110 Es parte de una pax hispánica que la enfermedad llegada de Europa perturba. Caracas era, como dice Joaquín Edwards Bello: “Un gran monasterio al aire libre en contacto con la naturaleza que le daba al catolicismo un aire pagano”, 112 y que los vascos con su “unilateralidad” destruirán, agrega. El también traductor de una Ifigenia en Táuride de Goethe, 113 Euge- nio Orrego Vicuña en su biografía Don Andrés Bello, abre el libro refi- riéndose a la “perpetua primavera” en que vivía Caracas, pero agrega: “mas en las almas era aún la noche”. 114 Es un paraíso que quiere ser preservado. La memoria de este mundo feliz vive en el personaje del Tiempo que habla así: Yo de notables hechos la memoria a las edades venideras guardo, y fama doy gloriosa al buen monarca, al gran guerrero y al ministro sabio; Mas a los beneficios distinguidos que la suerte del hombre mejoraron, doy un lugar brillante en mis anales y en inmortalizarlos me complazco. Por mí suena en la tierra todavía el nombre de los Titos y Trajanos, y sonará mientras de blandas fibras tenga el hombre su pecho organizado. 115 Ese hombre de “pecho organizado” no es sino Bello, que homenajea al monarca con el archivo de su mente, con los anales en los que pre- serva este milagro científico y benefactor, con la promesa que en el futuro los nuevos seres que creará el acontecer humano lo recordarán (“Siglos futuros, a vosotros llamo”). 116 Y en los versos finales: 112 Edwards Bello ( 1965 , p. 49 ). 113 Ver también Orrego Vicuña ( 1942 , pp. 352 - 426 ). 114 Orrego Vicuña ( 1940 , p. 15 ). 115 “Venezuela consolada”, vv. 281 - 292 , en Bello (Vol. I, p. 25 ). 116 “Venezuela consolada”, v. 298 , ibidem .
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