Los primeros planes intercomunales Metropolitanos de Chile - Vol. III
22 • Proyectos de plazas, de un paseo a la orilla del mar, ubicación más conveniente y proyectos de plazas de deportes, juegos infantiles, etc. • Indicaciones con mejoras estéticas de sitios especiales de la ciudad, tales como la Plaza Aníbal Pinto y otros, proyecto para la construcción de un nuevo Parque al lado del Camino de Cintura, en el cerro Bellavista. La necesidad de solucionar radicalmente los problemas de vialidad y edificación de Valparaíso condujo en julio de 1937, a una convocatoria por el Instituto de Urbanismo de Valparaíso para reunir a las autoridades centrales y edilicias, parlamentarios, y funcionarios públicos entre otros, con la finalidad de abordar un plan de obras para Valparaíso que solucionara radicalmente los problemas de vialidad y edificación. La comisión estudió el anteproyecto presentado por el miembro del Instituto, arquitecto Agostino B ASTIANCIG , el que se recomendó conjuntamente con un estudio de los abogados Alex V ARELA y Héctor V IGIL , enviando sus conclusiones al Alcalde de Valparaíso en 1938. 1.4. V ALPARAÍSO , RESTRICCIONES A LA MOVILIDAD Y EL TEMOR ANTE UNA EVENTUAL EPIDEMIA : « ESPIROVÍAS » POR A GOSTINO B ASTIANCIG F URLAN . En 1937, y bajo el título- advertencia: «Valparaíso se renueva o muere», el arquitecto y urbanista Agostino Bastiancig Furlan 11 , residente en Viña del Mar, expuso un sistema vial para facilitar la movilidad de los habitantes en su paso desde los cerros al plan y viceversa (B ASTIANCIG , 1937). Tal vez su creatividad se desencadenó luego de las recomendaciones de Lambert sobre la necesidad de asumir el advenimiento de la era del automóvil, o tal vez participó en el concurso de 1929, inspirado en algunos proyectos futuristas europeos de principios del siglo XX. En cualquier caso, cuando en la parte alta de Valparaíso reinaba «el desorden más completo», el arquitecto Bastiancig temía que las epidemias, el alto costo de la vida y la desvalorización continua de los terrenos, conducirían a la desmoralización de los habitantes, y al abandono de la parte «más bella y sana de la ciudad». Observaba el arquitecto Bastiancig que, en la época, los enfermos contagiosos tenían que ser transportados en camilla, «junto con sus ropas infectas», a lo largo de un kilómetro de senderos muleros, y bajándolos después por un ascensor público. Se preguntaba Bastiancig entonces por las consecuencias en caso de una epidemia en la ciudad. Descartados los medios mecánicos, el estudio de los caminos corrientes era basado en la época en las premisas de que la gradiente no debía ser superior a 5%, las calzadas no menores de 12 m, y las curvas, de un radio no inferior a 40 m, debiendo ocuparse la menor superficie posible y desembocar lo más cerca del borde superior de los cortes de terreno que encierran la parte plana de la ciudad. 11 Nació en Austria en 1883, estudió en la Real Escuela Industrial Superior de Trieste, en el Real Politécnico, y en la Academia de Bellas Artes de Viena. Miembro de The City Garden Association de Londres e Instituto de Urbanismo de Chile. Prof. Jefe de la Sección Construcciones, y de la Sección Ebanistería de la U. Santa María. Miembro de la Sección Geofísica del Observatorio El Salto; del Directorio del Inst. de Urbanismo y de la Asociación de Arquitectos, Ingenieros y Constructores. (E MPRESA P ERIODÍSTICA DE C HILE , 1942, 4ª ed., p. 104).
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