Estéticas menores

NECROSCOPÍAS: ESTÉTICAS... Sayak Valencia desidentificación con quienes son objeto de la violencia más descarnada. Como transfeminista• que se dedica a la investigación transdisciplinar desde los estudios culturales, he estudiado la relación entre la producción de nuestras subjetividades capitalísticas(Guattari y Rolnik 2006), altamente expuestas a la violencia cosmetizada del neoliberalismo contemporáneo y su relación con la distribución y normalización de que estas violencias recaigan sobre personas que conforman a los devenires minoritarios (Guattari y Rolnik 2006). Por ello, este trabajo hace hincapié en cómo la producción de imaginarios necro-liberales y heteropatriarcales, distribuidos por el dispositivo SISOMO (Sight, Sound and Movement), se vinculan con un trame patriarcal de la violencia o en palabras de Mariana Berlanga con «marcos patriarcales» (2018), que actualmente se asocian con el afianzamiento de una cultura necro-pop, en la cual la muerte circula como un sistema de producción de signos y de sentido que estiliza los procesos del asesinato. la masacre o la violencia sexual y que puede entenderse como «una inflación semiótica que implica que a mayor cantidad de signos genera cada vez. menos significado» (Berardi 2016b: 132). A nuestro modo de ver, el necro-pop es una de las directrices más importante en la configuración de imaginarios socioculturales contemporáneos que rentabilizan los dividendos simbólicos y materiales extraídos de la espectacularización de la guerra, del asesinato, del extractivismo y de la violencia explícita contra las mujeres. Esta glamurización de la violencia de distintas intensidades, puede distribuir narrativas de identificación y de aceptación del exterminio de ciertas poblaciones: racializadas, pobres, feminizadas, disidentes sexuales, diversas funcionales y/o migrantes. como si sus muertes fueran una especie de cumplimiento de un destino maniñesto que está en concordancia con lo que Hito 77 Steyerl dice sobre el diseño del asesinato: