Estéticas menores
I.VIDEODROME 48 se presenta lo objetable y abyecto en proporciones por momentos insoportables; pero también en general son producciones que consiguen horrorizar por el placer consignado en ese horror: con suma probabilidad el común de los espectadores transitará empáticamente entre el malsano placer del perpetrador y el dolor de la víctima. En aquella oscilación lo que horroriza -y escandaliza- es el placer. Es decir, el espectador podría eventualmente notar que se ha escandalizado de su propia condición, y por ello tal vez muchas de aquellas cintas despertaron una condena furibunda. Luego, como un alivio necesario, la venganza llega en la forma de redención de aquel horror placentero, un «deleite» que permite ajusticiar a un «otro» que no es sino el propio espectador culpabilizado. En ese sentido, si ese fuese en efecto el «giro» posible en el inconsciente de aquel sub-género del cine de explotación, tales filmes podrían ser tomados como una figura con alto carácter ilustrativo respecto a las paradojas de la representación. Pero, tal como señalaba, para que aquello ocurra no ha de modificarse necesariamente los clisés del sub-género, sino tal vez modificar los instrumentos para su recepción.
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