Estéticas menores

I.VIDEODROME sentir de quien la contempla. Pero pese a aquella interesante «desviación del canon», tiendo a pensar que hay otros factores involucrados que no han sido estimados en la crítica suscitada por este tipo de cinematografía, que diría incluye también a filmes como Revenge. Pues, estimo, una leve desviación de un tropo manido no es explicación suficiente para una reconfiguración del modo de recepción de un filme. De tal suerte, aquellos factores tal vez puedan ser reunidos sintéticamente en el carácter por momentos paradójicos de lo que concebimos tradicionalmente por experiencia estética: un goce asociado a los sentidos que, involucrando un compromiso con lo contemplado, nos exige a su vez una necesaria desvinculación. Es decir, un tipo de relación que nos compromete con una falta radical de compromiso con lo contemplado. Ello por supuesto ha derivado en una interminable disquisición sobre los límites éticos y morales de la representación, pues en una zona en donde todo potencialmente puede ser representado, cabría preguntarse por aquello que debe serlo. Dicha discusión en efecto es la que ha conformado las presunciones que suelen operar sobre este subgénero de la explotación cinematográfica. Pues, además, suponemos - o incluso deseamos- que las imágenes que se han puesto en circulación son o bien una expresión de su tiempo -Zeitgeist- o un instrumento para la conformación de aquel espíritu de época, modificando o interviniendo directamente en la constitución de la subjetividad. Si no fuese así, nos prometemos, las imágenes - y su discusión- carecerían de todo sentido y por tanto de toda importancia. Pero además tales premisas se han visto modeladas al amparo de un descuido en las discusiones habituales: condenar la narración adscrita a la secuencia de imágenes de una cinta, olvidando que el filme es una serie de imágenes consecutivas y que, por tanto, como con toda imagen, dicha secuencialidad no es plenamente lineal, sino 44 más bien se disgrega en una constelación potencial de