Estéticas menores

EL PLACER DEL HORROR... Víctor Díaz Sarret probablemente el de Noé sea de hecho el más incómodo -sino incluso desagradable- pese a que en un gesto de autoconciencia postmodernista la película finaliza con un efecto, visual y sonoro, semejante a cuando el último tramo del rollo de celuloide se desprende de la bobina para terminar de enrollarse sobre sí. El relato de Noé se exhibe como tal hacia el fin de la narración, plagada de imágenes de felicidad de los protagonistas, si bien la desazón en este caso se ve alimentada por el conocimiento de que dicho fin es en rigor el inicio. El relato de Noé por tanto recuerda al espectador que ha sido testigo de una ficción, pero astutamente con ello redobla el efecto de desagrado y congoja. El juego recursivo propuesto por Noé, pero especialmente las acaloradas críticas que su cinta recibió en los distintos festivales donde fue presentada, dan cuenta de un asunto clave consignado por el sub-género del rape and revenge, tópico también directamente articulado con la discusión ética sobre el rol de la mujer y el cuerpo femenino en tales ficciones: en principio esas cintas son meritorias de los reproches, pues resultan excesivas -y por tanto innecesarias-. Su exceso radicaría en que la explícita violencia contra el cuerpo representado, ya de por sí afectaría en demasía a su vez al cuerpo del espectador. Es decir, en la senda de la clásica discusión sobre lo vomitivo y lo grotesco, el exceso de la imagen radicaría en su posibilidad de afectar «más allá» de la imagen misma: ya no sería solamente «ven> un cuerpo violentado, sino que el propio cuerpo del espectador padecería dicha violencia -mediante la náusea, el calosfrío, el retortijón en el estómago- . Dicho «efecto excesivo» se vería amplificado cuando la imagen resulta en extremo verosímil; y cómo sabemos, para que la imagen resulte verosímil requiere de innumerables artificios. Por tanto, la extrema artificialidad de la imagen, en ciertas condiciones de presentación, posibilitaría un «real» en imagen, o peor, un «demasiado real». O bien, por su extrema artificialidad, denotaría la impresión de 41 un «real» insuficiente. en extremo falseado. En efecto,

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