Estéticas menores

FEMENIDADES SANGUINA... Alejandra Díaz Z. transgresión de Richard Kem: sexo explícito en donde la violencia es ficción; y, por otro lado, en inse,,r, nos encontramos con violencia real que no necesariamente se acompaña de escenas sexualmente explícitas, pero que es consumida y comercializada con los mismos fines de la pornografía. a la vez que intentan ser comercializados como arte. Algo similar pero mucho más cercano al trabajo de Kern y al rasgo que quisiera retomar, como una variante pospornográfica, ocurre en la ya muy referida cinta Viólame -8aise Moi- (2000), donde Virgine Despentes y Coralie Trinh Thi dirigen una escena donde la violación es simulada, pero el sexo es real. La historia se desarrolla a partir de una violencia desenfrenada, provocada por la violación que sufren Manu y Nadine. Encontrando ciertos antecedentes ya desde el cine de la transgresión, lo interesante en esta propuesta es la posibilidad de articular, en el mismo escenario, sexo real y violencia simulada, como una nueva variante de pospornografía que tendrá que ver con aquello que distinguiría en algún momento como porno-transgresión (Díaz 2017: 251). El concepto respondería a todas aquellas propuestas o prácticas artísticas que conjuguen sexo y violencia bajo un sentido de transgresiones al cuerpo y a la sexualidad, tales como la abyección, la obscenidad o la crueldad, combinando el registro del sexo no simulado con la violencia simulada. Si bien he analizado estos dos últimos casos a los que hago referencia en otros momentos (Muñiz y Díaz 2017: 161), no quisiera perder la oportunidad de cerrar el presente texto con dos casos más que evidentemente siguen la misma fórmula cinematográfica. Me refiero a la pornografía extrema de Max Hardcore, que no sólo ha involucrado la prisión sino el descontento y crítica de la propia industria. Las escenas logradas por Hardcore revuelven el estómago cuando, por momentos, las escenas pasan del porno al horror. La breve referencia que hago responde al hecho de encontrar en esta proliferación cinematográfica de horror sexual, una 27 suerte de tornadura que ya no sólo intenta diluir la