Estéticas menores
111.LA PIEL QUE HABITO son) una forma de catarsis.» (de Alvarado 2000 12015): 326) Según relata en una entrevista que le hace Dulce María de Alvarado. Chrysler incursionó en una serie de experiencias escénicas en fiestas under de finales de los setenta y durante los ochenta, vinculadas a la movida panki y cuyo carácter efímero no dejó mayor registro conocido de estas. (!bíd. , 87-89) Uno de sus trabajos mejor documentados llevó por título 15.000 voltios, y se desprende de un ejercicio de videoarte realizado en 1989 como trabajo de egreso de su licenciatura en Comunicación Gráfica de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco. En esta pieza un traje electrificado con tubos de luz fluorescente que reproducían la indumentaria de brazaletes, pectoral, penacho y taparrabo provenientes de la cultura prehispánica azteca y también maya era montado como una experiencia viva para uno o dos intérpretes y acompañamiento musical, presentada por primera vez en el Edificio Balmori y remontada en diferentes espacios como el Museo de la Ciudad de México o el Centro Cultural Santo Domingo perteneciente al Instituto Nacional de Bellas Artes (Figura 1). Esta obra de tipo interdisciplinaria, que conjuga elementos del arte sonoro, la improvisación, la instalación eléctrica y la performance, propela una crítica al mestizaje al actualizar -empleando la tecnología disponible a finales del siglo XX- cierto imaginario prehispánico local, corporizando de manera alusiva a la violencia colonial en cuanto el peligro que corre el o la intérprete de quemaduras o electroshock debido al vestuario electrificado: vestuario el cual remite al Electric Dress (1956) de la neovanguardista nipona Tanaka Atsuko o el vestuario incendiado por bengalas que llevó la performer gei/travesti andaluza José Pérez Ocaña a su muerte en septiembre de 1983. Lo mismo, la encarnación crítica del mestizaje latinoamericano de Dj Chrysler se camufla con los neones que son los letreros de los locales nocturnos, en donde subyace la dicha y el peligro 262 de la fugacidad del encuentro erótico y de la pandemia.
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