Estéticas menores

111.LA PIEL QUE HABITO 248 v. Aunque no se plantea como una obra de alusión directa a las discusiones políticas del movimiento mapuche y sus alternativas estratégicas. el trabajo de Calfuqueo instala una reflexión aguda respecto de las aproximaciones esencíalistas a las identidades culturales. Sea por su insistencia en los cruces de racismo y patriarcado o por la dificultad de encontrar un original imperturbable, puro, se tambalean los supuestos de lo que antes fuese objeto de una representación estereotipada. Veo aquí una resonancia con la crítica desplegada por Schwarz a los nacionalismos que pretendían llegar al tondo de lo propio al expulsar todo lo foráneo:«[... ] esperaban encontrar lo que buscaban a través de la elíminación de todo lo que no es nativo. El residuo, en esta operación de substraer, sería la substancia auténtica del país» (2014b. 85). Las acciones de arte de Calfuqueo toman la vía contraria: construyen a un «mapuche por adición» en vez de buscar la resta de lo impropio. Desarman nuestra comprensión cómoda de los orígenes mediante el acto iterado y persistente de sumar elementos para crear un cosplay transitorio, aunque anclado en referentes realmente operantes en lo social. En vez de negar por completo la existencia de lo mapuche -como podría ocurrir en una crítica posidentitaria-, se apunta a la fragilidad de sus anclajes, a la necesaria invención de su subjetividad. Imitar sería el camino para abrir las posibilidades de esa identidad, y quizá ella sea una ruta más confiable que la vociferación épica. Dado que el hecho colonial ha creado una borradura e instalado una violencia que obstruye la relación con el pasado, puede que una vía menos traumática sea difuminar los contornos del origen, introducir la parodia y la ironía, los tonos menores para crear un nuevo territorio imaginario.

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