Estéticas menores

111.LA PIEL QUE HABITO Réplica e imitación también se dan cita en A/ka domo. donde Calfuqueo recrea la acción llevada a cabo por Caupolicán de sostener un tronco durante dos días para validar su liderazgo en la resistencia al colonialismo español. Los acontecimientos de la historia se repiten. y aunque la primera vez no se trató de una tragedia, la segunda tiene al menos algunos elementos de farsa (no las cuarenta y ocho horas. ni siquiera fuera de cámara). Un tronco de coihue ahuecado -una referencia al uso de «hueco» como término denigrador de sujetos colas- es levantado por el artista en distintos lugares de Santiago (el liceo Manuel Barros Borgoño, donde estudió; las carnicerías del barrio Franklin; la entrada al parque del cerro Huelén/ Santa Lucia; la plaza de armas de la ciudad) mientras usa tacones que se corresponden con los colores de la bandera LGBT. Distintos signos se dan cita en esta cita. tensionan los símbolos de la masculinidad guerrera que ha constituido la épica mapuche como un relato bélico de resistencia (física y política) 8 que ha privilegiado los atributos viriles del sacrificio en combate. La dramatización. realizada una y otra vez. funciona. de nuevo. como un desacato de las normas sobre lo que debiera ser un buen indígena. sea para la sociedad colonial o para la sociedad colonizada 9 , al mismo tiempo que se interroga por el lugar de la disidencia sexual en luchas que parecen resultar ajenas. Cada repetición, sin embargo, expone la variedad de experiencias que suscita la performance, desde la indiferencia de peatones en el centro de Santiago hasta la burla de los carniceros que gritan -sin mucho rebuscamiento retórico. pero con gran habilidad para la decodificación- «¡tronco hueco!». Como performance, la recreación del acto de Caupolicán es punto menos que heroica 10 , aunque tampoco se trata de un calco o de una copia en términos estrictos. Antes bien. amplifica los cuestionamientos a la épica de la resistencia, opta por un lugar débil y vulnerable. Por sus procedimientos puede decirse que se instala en lo que Santiago (2012) denominó «entre-lugar»: una subversión irónica de la dialéctica original/copia. Ni la copia es mera 244 repetición ni el original es tan puro como para ameritar un

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