Estéticas menores
11.SEXO Y LA CIUDAD 172 del espectador que sólo accede, desde afuera, al abrir y cerrar de la cortina que marcan las entradas y salidas de los clientes. Para los profesionales de la fotografía, el «cuarto oscuro» es la habitación cerrada donde ocurre el revelado fotográfico, es decir, el paso del negativo al positivo de una imagen que culmina su proceso técnico accediendo a la mayor nitidez posible. Aquí ocurre todo lo contrario. Al elegir no ingresar al cuarto oscuro, la película Casa Roshell esquiva la descripción y omite los detalles del sexo explícito, capturando la imaginación del espectador no con lo que se revela sino con lo velado. Casa Roshell prefiere la incógnita del deseo y sus nebulosas (vaguedades, divagaciones) a la nítida demostración anatómico-sexual de cuerpos ya no travestidos sino desvestidos. Al ser negado a la vista, el «cuarto oscuro» ocupa figurativamente el lugar del negativo del positivo inherentes al revelado fotográfico. El «cuarto oscuro,} es el motivo eclipsado en torno al cual Casa Roshe/1 elabora su fantasmática de la omisión, concentrando en esta alegoría del negativo el gesto cinematográfico de privilegiar la resta (descomposición, sustracción) en contra del régimen dominante de sobreexposición de la imagen que instaura como regla el capitalismo cultural. En lugar de satisfacer la curiosidad voyerista mostrando lo que ocurre en el «cuarto oscuro» («V cuando entro a este cuarto, ¡veo cada cosa!»), Casa Roshell pone a salvo una resta de imágenes y un resto de otredad que se resisten críticamente a la superficialidad de los vistazos y al efectismo comercial de la sobreproducción cinematográfica afín a los clisés internacionales.
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