Estéticas menores

11.SEXO Y LA CIUDAD trata de objetos y artefactos (fotos, pinturas, imágenes, banderas, música, videos, flyers, performance, make– up art, experimentos comunitarios y objetos de poder) que atraviesan el límite de la autonomía del arte para liberar las fuerzas creativas del ámbito estético (que se ve permeado a su vez por la lógica de la mercancía) y aplicarlas a la construcción de nuevos mundos posibles. Es justamente su estar por fuera del mundo de la mercancía y de la autoría individual lo que hace permite a estas prácticas romper las ataduras de la ideología, su servidumbre a la lógica del mercado o de lo existente, para señalar las utopías pero también ponerlas en práctica. Mi hipótesis principal es que son las prácticas creativas postautónomas y de vanguardia en su triple dimensión las que constituyen el motor de la marea feminista y que han logrado masificar sus reclamos históricos así como poner en práctica aquí y ahora una micropolítica emancipadora, el ensayo general del mundo por venir. La combinación de un lenguaje poét ico politizado en sentido corporal libidinal (el verso de Chávez que da origen al nombre del movimiento) con el alcance global de las redes (#NiUnaMenos como consigna vuelta hashtag y trending topic) ha logrado que el impulso revolucionario salga del ciberespacio para conmover el cuerpo colectivo en las calles, en las plazas y en las camas. Internet ha permitido a su vez establecer un canal de conexión global que hace al internacionalismo de este movimiento y su traducibilidad en tiempo real, hinchando el tiempo de una intensidad histórica experimentada solo en momentos revolucionarios. Es el tiempo revolucionario que conecta los sueños truncos del pasado, la verdadera historia en sentido benjaminiano, la tradición de lxs oprimidos, con las chances revolucionarias de cada presente, la oportunidad de actualizar los sueños del pasado haciendo del presente una cita con el pasado y el futuro (pienso en un verso de una canción de arenga que dice: «vamos 148 a luchar porque se lo debemos a las pibas que nunca

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