Estéticas menores
11.SEXO Y LA CIUDAD 112 con su «secreto»: la rígida convención de la sexualidad, que desde el poderoso constructo del género nos anuda en carretes diferentes, en inconscientes supuestamente disímiles, en cuerpos anudados a destinos duales y a caminos que necesariamente requieren de un «otro», secundario, victimizado, subordinado para hacerse legítimo. Los niños muestran, al abrir el secreto de su placer privado, la inestabilidad, la convención y el egoísmo del mundo adulto, que envejece sin proponerse jamás liberar a ese niño que dejaron morir en su psiquismo. En suma, la novela acusa a la heterosexualidad. a la tiranía del padre, a la supuesta omnímoda comprensión de la madre, como fuerzas decaídas, sin mayor presencia en el tiempo contemporáneo. Proclama, en cambio, un texto con un cuerpo más libre, en el que la sexualidad, liberada del trabajo y las convenciones, declare su imperio, imponga su lengua al mercado que ha hecho del erotismo su lugar sin límites, y de sus genitales un laberinto en exhibición, sin entrada, sin pasillos ni salida. La nación diseminada en múltiples centros, sea en la amarga textura literaria de Eltit, en la atrevida y prolija prosa de Beatriz García-Huidobro, o en los quiebres de la superficie prolija de la vitrina postmoderna en Eugenia Prado Bassi, recorta sus límites en estos textos. En ellos, una enunciación aguda, como aguja hiriente, pone un enfermo terminal, sin más relato que la herida, como la cara del siglo XX; una niña que sondea cavernas míticas para salir de todos esos paraderos a una tierra de nadie, más allá de la inocencia o la sabiduría; y finalmente, derribando el mito de la niñez como paraíso perdido, sacude la infancia de todo prejuicio para generar, desde ella, la superficie estratificada de las clausuras y opresiones del adulto burgués en el Chile post-dictadura del siglo XXI.
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