Estéticas menores
11.SEXO Y LA CIUDAD algo de ella perduró y desea vivir, pero el cuerpo, el bios del niño, siente la pulsión de muerte; el odio del que él es no el objeto, sino más bien el espejo de ese objeto. Sin embargo, esa resistencia y su consecuente producción: el mestizaje, del que el niño porta las indelebles huellas, no dura, y ello trae la amargura de la mujer, que descubre -en la medida que piensa, trabaja y vive con su pareja- que ella del todo no ha estado en esa utopía de la revolución. No hubo mirada para ella, es una célula sola aún dentro de la célula, que ella está afuera de todo contrato social y que ahora aferrada a los márgenes de la pobreza, del duro trabajo, de la cercanía a la vejez y a la muerte, nada le queda; nada salvo ese hombre extremadamente dependiente de ella, por necesidad, por el fracaso de la hazaña épica, por depresión, por hambre e impotencia, por toda una vida que sale mal, que la historia se les disparó y los arrasó y ahora, como saldos, enfrentan el duro trabajo de sobrevivir no sólo a la pérdida de su historia, sino también a la pérdida de cualquier otro desenlace que no sea la miseria de lo cotidiano. Son una célula muerta, que tristemente esgrime su texto antes de extinguirse. No hay fantasía de reparación. Es allí donde se eliminan los enunciados, se retiene al significante en su puro afán de significar; los enunciados caen, uno contra otro: la historia de la pareja, la composición del equipo político, su caída... todo es mutilado, coartado, porque pierde el sentido. Está «espejeado» por un cuerpo viejo y sin palabras: un herido de muerte, como anciano que termina sus días sin poder contemplar siquiera sus propios recuerdos; su historia a través de las grietas de su cuerpo, cuerpos sobre los que la limpiadora impone el higienizante tacto burgués: el jabón, el baño, la crema. Este lavado de cuerpos -como el lavado de dinero- es aún más perverso. en la medida en que encierra a la limpiadora con la historia en un nudo complementario con la cama, análogo quizá a las galletas que su pareja desmigaja sobre la colcha; y así
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