La intensidad del acontecimiento: escrituras y relatos en torno a la performance en Chile

95 Ahora, y en la señal de lo expuestos en estas últimas líneas, podemos decir que la performance al tener en el cuerpo un objeto de reflexión y, al mismo tiempo, un soporte de experimentación, se instala inevitablemente en el horizonte político de las condiciones materiales de la subjetividad. Desde esta argumentación, y por el peso gravitante que reviste el problema del cuerpo, la performance no puede sino tener una naturaleza inherentemente política. Lo trascendental del problema político de la performance es que independiente de las narrativas sobre el cuerpo (en tanto tema o contenido) el problema desemboca siempre en que el cuerpo como soporte y condición material de la vida humana, es el lugar fundamental de las modulaciones por las cuales se constituye el sujeto. No hay sujeto sin la penetración del poder en el cuerpo, de la misma forma que no hay poder que no considere la vida como espacio técnico de su saber. Ahora bien, en su registro estrictamente artístico la potencia de la negatividad que para nosotros detenta el arte de performance, pasa por la fuerza de poner en crisis el sistema autónomo de la experiencia estética; fuerza que desde el cuerpo –entendido éste como emergencia del soporte y lugar mismo de la negatividad– instala nuevas líneas de penetración estética y redefine nuevos márgenes de lucidez a la hora de pensar la modulación autocrítica del arte. Despejado el interés político de nuestro análisis, la propuesta conceptual que ponemos en obra, pasa por señalar en la performance un espacio de comprensión derivado de su negatividad a la representación como matriz única de producción. Cabe mencionar entonces, que el factor de negatividad que le atribuimos a la performance comparece como el poder de resistencia del cuerpo al disciplinamiento de éste en la representación. Ahora, y sobreaviso de la negatividad como clave de intelección del cuerpo en la performance, la primera de nuestras hipótesis reza así: La Performance como operación artística y como lugar de reflexión estética, es la forma consciente de una negatividad que impugna cualquier tipo de arte que se precie de viva, por el sólo hecho de participar del código histórico de la representación. Todo el sentido de la performance, como coeficiente de resistencia a las modulaciones del cuerpo en el orden de “lo real” y la representación, pasa por César Vargas

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